Dos episodios graves han vuelto a mostrar que la plantilla está fraccionada. El rumor de dos grupos dentro del vestuario estaba latente durante los peores momentos de la etapa de Mandiá: el grupo de jugadores que seguían en la plantilla tras el ascenso recriminaban a algunos fichajes de esta temporada por su escasa implicación. Ayer se vivió un enfrentamiento entre Castro y Redondo que, tras una serie de entradas, acabó entre puñetazos entre los dos sevillanos. No es la primera vez que se ven estas escenas, que no son tranquilizadoras(Trota contra otro compañero del Elche o el célebre entre Vicente y Puyol en una concentración de la selección española), mas se asume que un grupo "caliente" puede sufrir estos incidentes. Quizás lo peor es que no es la primera vez que se ve en el Hércules: en los últimos minutos, Castro recriminó a Navarrete su falta de tensión en una jugada determinada, pero no de la mejor manera. Con todo, Castro suele salir bien parado: después de seis años currando en 2ªB, es el que menos desea ver esa categoría maldita y, aunque le puedan faltar las formas, es de los pocos bastante implicados, precisamente, los que el año pasado lograron una gesta de la que son conscientes de que no se repite todos los días. Otro caso es bastante más grave: Dani Tortolero, tiene las horas contadas en el Hércules, más si se tiene en cuenta el interés de Botella de renovar a Bordalás y que éste no va a querer tener a un jugador que nunca se ha sentido cómodo en el equipo y ha logrado quedarse fuera del club. Su acto de indisciplina topó con una persona de un carácter que no invita a la continuidad del catalán: llegó tarde a una sesión de entrenamiento- de video pero hubiera sido igual de otra manera- y en la semana siguiente, el entrenador le dijo que no saldría a entrenar. El castigo será diferente seguramente: tanto Redondo como Castro serán sancionados económicamente pero no apartados porque no está el equipo para quedarse sin lateral derecho mientras que Tortolero -hoy por hoy, 5º central del equipo- tiene más números para quedarse apartado o no contar para nada en los siete partidos que quedan.
Los vestuarios son lo que son. Lo forman 25 personas que tienen su forma de ser, algunos son elogiados merecidamente mientras otros tiran por la borda toda su trayectoria como en el caso de Tortolero. Salvo milagro, suele ser difícil lograr encontrar un equilibrio dentro del vestuario. Hay gente que se muestra callada y educada y responde con su juego a las oportunidades que se le ofrecen. Hay dos casos precisos y que se merecen todo comentario que se haga de ellos: Kiko Ratón estuvo bastantes meses sin contar en partidos oficiales hasta que aprovechó el tiempo mientras Moisés se recuperaba de su percance ante el Tenerife; por otra parte, Urbano vio como su titularidad se esfumó con la llegada de Schiavi a pesar de ser un jugador con un gran rendimiento pero ha respondido cuando Sergio Fernández no ha podido jugar. Sin embargo, hay otro grupo de jugadores, con Redondo a la cabeza, que, al mes de no contar con el entrenador Juan Carlos Mandiá, ya estaba quejándose de las pocas oportunidades que no habían tenido. El problema se hubiera resuelto si esos fichajes en vez de hablar hubieran rendido como el que más y echasen el resto en lo que quede de temporada. Mientras tanto, los Cámara, Sergio, Ratón, Castro o Sisi seguirán dando lo que pueden a la espera de que otros se dignen a ayudar.
Apunte Alfonso Roig sigue con su interés por incordiar en el Hércules como así lo indica una nota en la que recrimina a Ortiz y considerándolo de mentiroso y "dictador". Si hay "poco interés y ambición" en el Hércules y si ellos apenas gozan de un escaso favor popular en contra de la mayoría de la gente, no hay sentido para seguir donde no son "queridos".