Uno de los recuerdos que tengo en el mundo del fútbol es que, a finales de agosto, comenzaba la Competición con letras grandes: la Liga. Formaba parte de esta historia una serie de rituales como ir a abonarse, acudir a la presentación del equipo, comprar la guía con todos los fichajes(Marca lleva 25 años, más de media vida mía pero antes estaba don Balón) y comenzar una competición que nos llevaba hasta finales de mayo o mediados de junio cuando no había Europeo o Mundial hasta hace unos años. Mi primer partido en el estadio José Rico Pérez fue un 29 de agosto de 1982, era un programa doble de amistosos: Hércules- Elche de veteranos y Hércules- Atlético de Madrid que acabó 1-0. El equipo había bajado a segunda poco meses antes. Ese año, deportivamente, no fue bien-de hecho, salvo la temporada 1959/60 siempre ha costado subir tras descender la edición anterior. Año tras año he visto ese recorrido que, en lo bueno para un niño, nos llevaba al verano de nuevo.
Sin embargo, desde marzo llevamos un período largo que, con la preocupación del COVID, nos hemos tenido que alejar de los estadios. Irónicamente, aquel Hércules-Cornellà del 15 de marzo de 2020 era un partido al que no teníamos pensado ir por cómo iba la pandemia y, seamos realistas, el juego del equipo tampoco daba para “arriesgarnos”.Sin embargo, la RFEF se adelantó a nuestros propósitos y suspendió esa jornada y, luego, la temporada. Ahora echamos de menos acudir al estadio y, en cierto sentido, también nos preocupa que el club( y los demás, seamos justos) deban de arriesgarse sin saber cómo se desarrollará todo en lo referente a presencia de gente en los estadios. Hay plazas de toros que se abren al público, el Teatro Real abrió su aforo al 50-60% de su aforo para “La traviata” de julio pero algo nos dice que Rubiales, más pensando en su reelección, no sabe qué hacer. De hecho, llama la atención que en el protocolo que se ha entregado no se mencione nada sobre una hipotética presencia de aficionados en las gradas y eso me preocupa porque no lo han valorado y eso requiere de un estudio más allá de que los espectadores vayan con mascarilla.
En lo futbolístico, el problema es que no se sabe cómo se va a llevar a cabo la temporada, cuándo comienza, cómo lo quieren hacer pero, sobre todo, lo que hace una Federación que, al mínimo contratiempo, se abalanza a la solución más sencilla, como se pudo ver con el ascenso a segunda B en la que subió a los cuatro equipos(CD Alcoyano, Marino, Lealtad y Linares) porque un partido no se pudo a jugar por positivos que luego fueron falsos. Como vuelva a pararse la competición porque la pandemia regrese, me temo una segunda B con 150 equipos en la 2021/22.
Así pues, a 30 de agosto estamos sin saber nada y echando de menos otros veranos donde la certeza era absoluta.
Apunte. De vez en cuando viene bien un lío tipo “Fuenlabrada” para que el verano sea entretenido con líos judiciales, repasos a los reglamentos y códigos disciplinarios de la RFEF... y aficionados rebotados porque alguien les pone la verdad por delante.