Decía un entrenador galés una expresión que ha quedado en los anales de la historia deportiva: "jugamos como pollos sin cabeza". Toshack, que ya nos dejó otros comentarios en la misma línea, criticaba el juego impreciso de sus jugadores que corrían sin sentido alguno, perdidos entre los rivales sin saber salir del embrollo. Lo de ayer se asemejaría a ese famoso encuentro en el que el técnico sacó su flema británica. Porque el partido jugado en Castellón fue en esa senda. El empate a cero dejó un poco tocada a la afición herculana que veía en este encuentro un pequeño descolgamiento una vez que maños, tinerfeños vencieron y muy seguramente rayistas y jerecistas lo hagan ante los dos últimos-uno descolgado que ya está descendido matemáticamente y el otro con una fractura social- en los que la victoria es muy segura a poco que hagan lo mínimo imprescindible. En esta tesitura, la victoria en Castellón era importante(ahora, el partido de Ipurúa será fundamental ganarlo) y el empate dejó un sinsabor agravado por el modo de obtenerlo porque si el resultado de empate fuera injusto por el juego desplegado aún se tiene cierta esperanza; el problema surge cuando el 0-0 ha sido justo porque apenas se ha tenido ocasiones de gol y las que hubo parecían más precipitadas que elaboradas.
Lo que se pudo ver en la pantalla fue un par de momentos decisivos para cambiar el rumbo del encuentro: el primero fue la lesión de Sendoa y que obligó al cambio a los veinte minutos de juego-Fernando Sales no se encontró cómodo en ningún momento como sí se le ha visto cuando ha ocupado su banda natural-, el otro fue no haber leído bien la renuncia al ataque del equipo local a la hora de juego cuando Paco Herrera quitaba a Mario Rosas, su "Tote", para dar minutos a un chaval de la cantera castellonense; el equipo local acumuló hombres en el centro del campo y defensa dejando a Rosas y Nsue un poco más alejados de sus compañeros pero juegó a tapar a Farinós, Abel Aguilar y atar en corto a Tote. Ante un centro del campo atenazado, el juego herculano fue, en la primera parte, casi un continuo bombardeo defensa-Delibasic o Rubén Navarro. Apenas hubo ocasiones para ver a Calatayud y a Oliva realizar paradas de mérito. En la segunda parte, el Castellón se echó un poco más atrás aunque tuvo alguna que otra ocasión de marcar su gol pero, en general, renunció a ganar y se limitó a defender el empate a cero como si a ellos el empate le sirviera de algo. Ahí es donde se cometió el segundo fallo: no tener paciencia a la hora de atacar la portería de Oliva cayendo en el fuera de juego con facilidad pasmosa. Al final del encuentro, pequeño rifirafe que acabó con doble amonestación de la zaga herculana. El resultado de empate deja un pequeño poso de nerviosismo ante la necesidad de vencer al Nàstic en casa y al Eibar dentro de dos semanas para afrontar el partido clave de la temporada: el Hércules CF - CD Tenerife.
Apunte Innovadora camiseta amarilla que llevó el Hércules en el Nuevo Castalia; eso sí, para los que tildamos al amarillo de "gafe" fue un pequeño paso atrás(hubiera preferido todo el uniforme azul). Por cierto, tercer año consecutivo empatando a cero en el feudo castellonense. El equipo de la plana lleva recibiendo diez años consecutivos al equipo blanquiazul lo que, ya de por sí, es una gesta pues no es fácil ante la trayectoria "ascensora" que llevan ambos clubes.