No puedo evitarlo, me hablan del Hércules – Elche (y a la viceversa) y me pongo legendaria. Me imagino a Paul Newman y Robert Redford intentando “levantarse” mutuamente los tres puntos de sus respectivos partidos.. lástima que, en realidad, este tipo de encuentros, sean más intensos para la grada (y algún directivo bravucón), que para los jugadores, los cuales, aunque conscientes de que para la afición son algo más que tres puntos, siendo la mayoría de ellos nuevos, no pueden sentir (digo yo) lo que supone ver al eterno rival derrotado. Aunque, sinceramente, creo que la mayoría de derbys (salvo honrosas excepciones) están condenados a acabar en empate dada la tremenda igualdad que, en el fondo, hay entre ambos equipos.
Menos mal, que con esta vorágine consumista de las Navidades decidí este año romper la hucha y comprarme un loquesea ´08, para la videoconsola de turno. No es que me guste gastarme el dinero en estas cosas, pero dado que en el último que tenía, Cañizares era portero del Madrid, creo que me hacía falta renovar el parque de videojuegos... en el próximo que me compre Iker Casillas se habrá jubilado ya. Lo bueno y lo morbosillo que tiene este año es que se puede jugar con el Hércules, lo cual no deja de tener su guasa porque puedes jugar partidos de lo más snob. Es más, algún día, cuando se arregle lo de Blas Pérez, voy a proponerle a mi churri jugar un partido Hércules- Cruz Azul.
Volviendo al tema que nos ocupa, no es fácil, jugar un derby en estas condiciones, sobre todo porque, jugando dos herculanos, se exige profesionalidad a la hora de jugar con el Elche y no dejarse golear o de marrar ocasiones que son gol o gol, eso sí, en caso de haberlos, nada de celebrar los goles elcheros.
En fin, la respuesta en la matinal de fútbol del próximo domingo, con lo poco que me gustan a mí las matinales de fútbol, no sé, un domingo por la mañana, no está el cuerpo para vivir emociones intensas.