Cuando faltaban apenas unos cinco minutos para que llegara el descanso del encuentro entre el Hércules y el Málaga, retumbó al unísono un grito: ¡¡Cámara, Cámara!!. Era un grito desesperado ante una primera parte anodina y sin rumbo; un grito a favor de un jugador del que se esperaba que arreglara el problema sempiterno de la circulación de balón en el centro del campo. En aquel momento, mis ojos se dirigieron hacia los aspavientos del entrenador y como se dirigía a Álvaro para que saliera a calentar. Los gritos cambiaron para pedir a Tote mas la sensación era que se había tenido tal suerte y había que aprovechar la inercia. La ovación se volvió a repetir en el descanso cuando el jugador madrileño salía del túnel de vestuarios y hacía unas carreras; ovación que fue respondida por el centrocampista con unos aplausos hacia la grada; después, en la segunda parte, jugó aunque no hubo tanto brillo como se hubiera deseado. Tuvo la mala suerte de cometer la falta que acabó en el tanto del empate malacitano mas la afición lo ha asumido como un gaje del oficio. ¿Por qué tanto apoyo?. El jugador llegó hace cuatro años y ha cumplido con excelente regularidad con brillantes destellos-lo hizo de igual manera cuando se sabía su marcha a Albacete-; y su regreso ha sido efectivo(gol ante el Athletic de Bilbao en Copa del Rey y Eibar en liga) y la sensación de que, con él, llega un poco más de idea de control del balón. A pesar de no ser organizador, es el que más capacidad tiene de poder llevarlo a cabo.
Por el contrario, la víctima de esos gritos de elogio fue Gonzalo de los Santos, quién tuvo que escuchar como buena parte del estadio clamaba su dorsal para que fuera el “elegido” para dar el paso al propio Cámara; entre el cariño y el odio sólo hubiera existido un cruce de jugadores en un cambio pero Goikoetexea se decantó por mantener al uruguayo: ya había cedido antes con el tema de la primera parte y no era cuestión de echar a perder su prestigio cediendo, además, quién debía ser el sustituido. Porque si la relación con Cámara y Sergio Fernández es de aprecio ganado a pulso durante años de profesionalidad, la situación con Gonzalo es absolutamente opuesta. Nunca ha logrado llegar al aficionado herculano y eso se percibe en cada minuto de juego, en cada comentario que se percibe desde la propia grada preferente, en cada mensaje dejado en los medios de Internet. Algunos aficionados intentan que el uruguayo no sea constantemente criticado mas les cuesta, sobre todo, cuando se aplaude hechos como, por ejemplo, la quinta tarjeta del centrocampista y que le supondría no jugar en Las Palmas. Veo bien todo el apoyo de la plantilla hacia su compañero pero es un tema entre Gonzalo y la afición.
Se suele decir que si la afición “crucifica” a un jugador, ese no puede hacer nada por evitarlo. No sería tan exagerado pero sí creo que, para ganarse el afecto del herculano hace falta mucha intensidad, no dar por perdido ningún balón,…etc y, sobre todo, tener suerte en momentos determinantes. Tiene el uruguayo seis meses para intentar atraer la atención de la afición.
Apunte De nuevo, otra muerte en el mundo del fútbol. Quizás por la sensibilidad percibida tras el fallecimiento de Antonio Puerta, estas noticias tienen un plus de intensidad emocional. Ayer, el que falleció fue un jugador brasileño de 31 años que jugaba en el Bahía. Se llamaba Cleberson Luciano Frolich, Cléber y ha había sufrido otros dos derrames cerebrales hasta que le ha sobrevenido otro que lo ha llevado a la muerte. Descanse en paz.