martes, febrero 05, 2013

La bufanda


         No sé cuánto tiempo esperaste en un armario, en un cajón, pero hoy has llegado a mí, aunque no te esperaba. Sin querer, has abierto una habitación que creía cerrada. Letras blancas con ribete dorado sobre fondo azul, rezan con majestuosidad y elegancia: “HÉRCULES CLUB DE FÚTBOL”. Te ves vieja, unos puntos sueltos delatan un uso continuo, que un día fuiste importante Te acerco hacia mí, sé que estás lavada, pero aún así puedo aspirar tus recuerdos. Cierro los ojos, y ya puedo oler ese café cortado, que tomaba tu dueño antes de los partidos, y ese olor a tabaco que nunca le abandonaba. Trato de pensar cuánto valías en tu tiempo, en pesetas todo parecía más barato pero, para mí, no tienes precio.
          
      Testigo mudo de muchas tardes gloriosas en el campo; también de muchos desastres, así era entonces nuestro Hércules, así lo sigue siendo. También testigo de la inquietud de la persona a la que resguardabas del frío de Tribuna, la que te llevaba al estadio; la que te llevaba a su estadio. Apuesto que pocos partidos viste sentada.
          
      Guardas celosa años de conversaciones de bar, de grada, todas con un único tema: el Hércules. Pero no de ese Hércules inhumano, sino el de las personas. Te acerco a mi oído y escucho cantar los goles, lamentar las ocasiones perdidas, protestar las faltas en contra, y aplaudir las que son a favor. Cuántas veces habrás escuchado sonar el himno..cuántas plantillas habrás contemplado.
          
        Eres tan sólo una bufanda, como tú hay muchas, pero sólo tú eres única, pues sólo tú perteneciste a mi abuelo, y sólo por eso eres especial. Macho Hércules