Sí, se podría recurrir a cualquier título de película...por ejemplo, "Atrapado en el tiempo". Sea como sea, estas sensaciones las llevo sintiendo desde hace semanas. Por ello, a veces me refugio en el recuerdo de otras trayectorias que llevan al pesimismo...o al optimismo y como también soy de otro equipo sufridor, quisiera recordar como hace dos temporadas, ese equipo descansaba la noche de reyes en tercer puesto y con el sueño de la Champions bien real. Una vuelta después, acabó en la parte media-baja de la tabla clasificatoria: había ganado tres partidos en toda la segunda vuelta y fue una catástrofe en todos los sentidos. Fue perder partidos y, al igual que con el Hércules, la clasificación era el argumento para no reaccionar hasta que, al final, acabas perdiendo por 4-0 en casa del colista. Lo mismo que estamos con el Hércules en esta temporada, donde estar en puestos de ascenso ha servido de "colchón" para evitar conclusiones hasta que, al final, el precipicio fue lo que se encontró el equipo en cuestión. Entre medias, rumores de vestuario fragmentado que se fueron haciendo más reales hasta el punto de que el último encuentro de liga fue un recuerdo cruel de la grada a los tres internacionales del equipo por su bajo nivel, los comentarios post-partido ya parecía un concurso de plañideras en el que, por cierto, siempre ganaba el mismo.
Pero si esta historia trae el recuerdo negativo, quisiera recordar la del año pasado, la de ese mismo equipo que estaba en la última posición tras perder en Pamplona en el último minuto del partido y situarse a ocho puntos de la salvación, cuando faltaban diez jornadas que, irónicamente, ostentaba el Real Betis con su puesto 17º. Sin embargo, ganaron el partido siguiente y, poco a poco, fueron creyendo en el milagro. Donde faltaban las fuerzas, la fe en la salvación crecía enteros y las suplía con confianza en el trabajo hasta que el milagro llegó, sorprendentemente, con una semana de antelación: el equipo ganó ocho de los diez encuentros que quedaban para el final de temporada. Los jugadores pusieron de su parte pero, a medida que llegaron los resultados, el trabajo parecía liviano en comparación con la seguridad que iban ganando con el paso de los partidos.
Ambos casos me recuerdan al Hércules de esta temporada, de estas seis semanas sin ganar: por un parte, esa bajada sin frenos,sin saber qué demonios está pasando para este cambio tan atroz; pero también que, a poco que recuperasen la confianza, subirían como la espuma. Nadie hablaría de problemas físicos porque los jugadores, desde la confianza, hasta sabrían como actuar en cada momento pero, ahora, están en una situación de nula confianza en sí mismo y eso hace, por ejemplo, que tras el 0-1 el equipo bajara los brazos y que esos 543 minutos sin marcar(parando el crono en el minuto 77 que fue cuando el SD Huesca marcó) pesaran como una pesada losa que les hiciera creer que no iban a marcar tras tener unas ocasiones de marcar. Lejos quedan reacciones cuando se encajaba el gol y que el equipo sabía que, tarde o temprano, llegaría el gol. Ahora todos los jugadores se ven incapaces de marcar un gol y lo peor es que ya no necesitan un gol..sino dos porque con un gol a favor, el miedo a perder la ventaja les llevaría a un error letal. Aquel equipo se acabó tomando una mini-concentración en el que la mayor carga de trabajo fue psicológica y reaccionó con buenos resultados.
Apunte Por lo que he leído en foros diversos, varios jugadores fueron increpados a la salida de la puerta cero. Son cosas que son inexplicables porque si en otras temporadas era casi normal(se empezaba mal,se acababa peor) pero en esta ocasión, esos mismos jugadores se habían parado para que les aplaudiesen y fotografiasen. Es extraño pero este ambiente es, para rematarlo, pernicioso y que mucha gente debería evitarlo.