Aunque a lo largo de esta temporada seguiré mencionando al ex entrenador Juan Carlos Mandiá, este es el último artículo que dedico a un sujeto que nos ha mostrado las dos caras en sus despedidas. Si en la primera, cuando fue cesado en la jornada 24ª, se veía a las claras que podría regresar pues las puertas estaban abiertas; en la segunda ocasión se ha visto y respirado un sentimiento de traición y que muchos ya hemos explicado una y otra vez, sea en emisoras, por escrito en blogs o foros: lo que más ha dolido es la actitud a la hora de afrontar el trabajo cuando todo decía que tenía pie y medio fuera del Hércules. Sin negarle el derecho a progresar, sus formas han decepcionado y han dejando un ambiente que él no ha propiciado con noticias como la puja del club cántabro por Abel Aguilar. Tres años que han separado dos imágenes que han sido totalmente opuesta la una y la otra; un enojo que, ahora sí, dará la razón a Valentín Botella cuando criticó al técnico de Alfoz cuando vino a fichar a Kike Sanz a comienzos de hace dos veranos:«Roma no paga traidores. Así que mientras yo sea el presidente del Hércules ni Sanz ni Mandiá volverán al club». Si hace un año el presidente se tuvo que desdecir de aquello, desde el jueves siente que el tiempo le ha dado la razón. El propio Enrique Ortiz, sin cerrar la puerta, dejaba entrever que estaban absolutamente cerradas.
Con todo, lo positivo será aprender ciertas cosas sobre lo acontecido en este tiempo. La primera es que los entrenadores hablan mucho de proyectos, de querer que se dirija el fútbol a pie de césped desde la posición de "manager" pero la realidad vivida con Mandiá nos refleja lo contrario: lo peligroso que puede llegar a ser que una persona tenga tanta información, como si le perteneciera a él y no al club, los informes de los jugadores o las tomas de decisiones como las que han provocado la ira en las decisiones tomadas. Aunque siempre habrá esa dicotomía sobre si los fichajes los debe hacer el club o el entrenador, ya se ha visto lo peligroso de que un entrenador asuma roles que exceden el grado de seguridad que todo club debe tener. Ese grado de seguridad se llama llevarse la planificación, arrasarla y dejar al club buscando entrenadores. Afortunadamente, la elección está hecha pero ello no obsta que todo lo hecho hasta ahora se ha quedado en papel mojado.
Apunte El Varea, un equipo riojano que ha subido a 2ªB, acoge el espíritu del Club Deportivo Logroñés al apuntarse a esta "marca" con la leve modificación de su nombre. El Unión Deportiva Logroñés está buscando "escudo" en encuestas online y afrontar una temporada "tranquila" desde el punto de vista económico, el verdadero problema que el mítico equipo de Las Gaunas ha sufrido a lo largo de este siglo.