Como cada verano, el mercado de fichajes es el momento máximo en el que la voluntad de los futbolistas acaba imponiéndose a la de los clubes. Es el instante en el que el contrato se convierte en un simple papel mojado pues el jugador sabe en todo momento que es la piedra angular y que tenerlo descontento es provocar innecesariamente un cisma en el vestuario; en esta tesitura el club acaba cediendo y vende al futbolista y, en casos extremos, buscando el jugador la carta de libertad o un acuerdo que deja la cláusula de rescisión en mera anécdota. Si el fútbol tiene algo monstruoso( traspasos impresionantes de futbolistas, deudas escandalosas con administraciones públicas, ingresos considerables por televisión,etc), el mercado de verano lo acentúa con una especie de bazar en el que las negociaciones están a la orden del día, sea por petición del club(necesidad imperiosa de vender por problemas financieros) o del futbolista(una oferta "innegociable"), en la mayoría de casos. El mercado de verano, además, es el momento de la ilusión pero también del enfado o la tristeza. Dos estados de ánimos bien opuestos que hacen de estos dos meses sin competición, un tiempo para recargar baterías a base de periódicos.
Sobre la fuerza de la voluntad se podrían comentar varios casos pero querría citar dos que son opuestos. En el primer caso, un jugador que está en las puertas de su último año de contrato hace fuerza para ir a dónde él quiera; sabe que en el último año tiene la sartén por el mango porque podrá pedir a su club si éste quiere renovarle el contrato. El club conoce que el momento para vender es cuando aún queda tiempo de contrato(cuando más se acerque al final del contrato, se acaba ofreciendo menos), antes de entrar en el último año, cuando la renovación alcanza tintes heroicos, o bien, la sensación de haber perdido una ocasión de entrar en dinero en caja; si el jugador es problemático para el vestuario, el club tienes dos opciones: a) dejarlo salir y aceptar lo que te da el club comprador(aunque se pueda ver reducido por las pretensiones del futbolista en el traspaso); b) intentar por todos los medios que el tema no salpique al resto del vestuario. Sí, estaba escribiendo sobre Eto'o.
En el otro extremo, nos encontramos con un futbolista pretendido por un primera división y por otro de Segunda División en el que, en la última temporada, ha destacado de forma considerable. Cuando el de Segunda División intentaba contratarlo, otro club de Primera ha optado por el fubolista. El jugador se encuentra con un dilema considerable entre un club, donde ha logrado obtener todo el caché que no había alcanzado en temporadas anteriores, y otro que sólo destaca por estar en una categoría en la que ha deseado jugar. La voluntad recae, en parte, en el futbolista ya que puede optar entre la fama instantánea(jugar en la élite, más dinero) o el aprecio de sus antiguos aficionados(estima, valoración positiva aunque se pasen malos momentos). Aunque está claro que escribo sobre Abel Aguilar, este dilema ha estado siempre en los futbolistas cuando se han visto con opciones de dar el salto; en la mayoría de veces, el salto es sin redes y la batacazo es considerable(por ejemplo, Farinós o Mendieta podrían haber sido más ídolos de la afición del Valencia y, sin embargo, el primero estuvo dando tumbos entre Inter, Villarreal y Mallorca antes de recalar aquí) cuando podrían haber seguido con su evolución y dar el salto en el momento más oportuno.
Apunte Con el final de la Copa de Confederaciones se acaba el fútbol de verdad hasta que comiencen los insulsos bolos de pretemporada. En el Hércules, hasta el día 21 no hay vuelta al trabajo aunque aún están con los fichajes, reparando la planificación y dándole la vuelta con la presencia del nuevo técnico, Esteban Vigo.