domingo, junio 28, 2009

Shock continuo

Sorprende lo que está pasando por el Rico Pérez en las últimas semanas cuando todo debía ser esperanza de repetir una gran temporada como la pasada. Prácticamente desde el partido ante el Alicante todo está en un estado de shock creciente. Primero, Sergio Fernández se iba tras el baño de multitudes del día ante el Albacete Balompié mientras que Enrique Ortiz buscaba el modo de arreglar el desaguisado; después era Rubén Navarro y Álvaro Cámara quienes tildaban las condiciones de renovación como ridículas y marchaban del club aunque, en el caso del madrileño, habría que estar a lo que diga el nuevo entrenador; por otro lado, el entrenador Juan Carlos Mandiá abría la puerta a varios jugadores con contrato en vigor tras finalizar la temporada. Hasta ahí, todo normal en todo fin de temporada: altas y bajas, sean con contrato en vigor o terminado a fecha de 30 de junio. Cuando el proceso de planificación seguía su ritmo, saltó la bomba dentro del seno blanquiazul y cuyos efectos se hicieron públicos en los medios de comunicación el jueves pasado: Mandiá se marchaba del club tras una oferta del Racing de Santander. A pesar de los intentos del máximo accionista, el ex-técnico herculano dejaba claro que deseaba entrenar en la Liga BBVA.

El enojo que hay en la afición tras la marcha del técnico lucense es "tremendo". Ese adjetivo, que el propio Juan Carlos Mandiá ha abusado por activa y por pasiva en las ruedas de prensa a lo largo de esta temporada, ha sido el mejor término a acuñar a semejante traición. Sin negar en absoluto su derecho a evolucionar profesionalmente, la toma de decisiones para la próxima temporada-sobre todo, la obligada marcha de Fernando Morán- para, posteriormente, irse con la planificación en sus primeros pasos. Es cuestión de responsabilidad no dar pasos si tienes casi la convicción de irte. El entrenador que, en su día, dio muestras de caballerosidad en su marcha tras ser cesado en el 2006, ahora nos ha mostrado otra cara que le ha cerrado a cal y a canto las puertas del Rico Pérez por mucho que pida que se le respete su decisión. De haber anunciado su marcha sin haber tomado decisiones, las cosas hubieran sido diferentes. Ahora, con decisiones tomadas, el nuevo entrenador se encontrará con determinadas bajas-de la que se podría contar con alguno de los jugadores- y con un par de altas que, no sabemos, si habría aceptado. Lo que más preocupa es que toda la confianza y ánimo se han ido a garete y casi se empieza desde cero.

Apunte Van a ser mareantes las próximas horas. Por un lado, Esteban Vigo; por otro lado, Juan Manuel Lillo. Dos entrenadores casi opuestos que están en liza por el banquillo herculano. Sea por escrito o de palabra- la tertulia del jueves pasado en Onda Cero-, me decanto por el malacitano. Pero ello no obsta para dar el apoyo al nuevo entrenador si es otro, sea Lillo o alguna sorpresa.