Quizás algunos recuerden la exclamación por aquella escena final de la película "El club de los poetas muertos". Esa expresión es la que habrá estado en la mente de muchos herculanos en el día de hoy cuando Sergio Fernández daba la rueda de prensa para despedirse de su afición, la que ha estado apoyando al capitán hasta última hora. El apoyo de la afición antes, durante y después del partido del sábado pasado le ha servido al leonés para saber que no se marcha sólo(aunque algunos de ellos se hayan mostrado decepcionados por su marcha). Muchos son los recuerdos desde aquel verano de 2003 cuando vino desde la Cultural Leonesa, dentro de la política de austeridad llevada por Enrique Ortiz y que duró escasamente un mes. De aquella remesa de fichajes sacada por el cuerpo técnico dirigido por Eduardo Rodríguez, fue uno de los jugadores que acabaron liderando al equipo que acabaría subiendo en la temporada siguiente; el ascenso del filial a Tercera y el tema del bajísimo presupuesto asignado para luchar en la nueva categoría acabó con el sanluqueño fuera del club, afirmando cosas que hoy, en la rueda de prensa, han vuelto a recordarnos uno de los defectos capitales de este club: la capacidad de lograr que los jugadores que han luchado con la camiseta y la han lucido durante mucho tiempo acaben saliendo por la puerta de atrás.
Aunque se escribirá largo y tendido, lo que no se puede negar la evidencia es que el ex jugador herculano ha marcado un papel fundamental en el último período en blanquiazul y lo ha hecho donde mejor lo hace: sobre el terreno de juego y, sobre todo, fuera de él siendo la imagen del club en los actos protocolarios, allá donde se le reclamaba- pensar que hace un mes estaba firmando en los posavasos-, ganándose la estima de la afición. La alegría por la renovación, por la idea de contar con el leonés para el cuerpo técnico ha acabado mal pues su marcha al Real Murcia es inmediata; la gente ha quedado desilusionado por una marcha que tiene más de dolorosa en su faceta institucional más que deportiva, aunque no se puede negar las impresionantes temporadas realizadas, pero su papel de capitán ha superado al de central, incluso cuando la temporada pasada renunció a la capitanía. Dice de nuevo adiós otro estandarte del herculanismo mientras que se sigue logrando que muy pocos jugadores acaben por la puerta grande. Ya son tantos y en tantos años que ya va siendo hora de preguntarse qué es lo que se respira por la sede herculana porque no es culpa sólo de Enrique Ortiz sino de muchos dirigentes herculanos durante décadas