A falta de seis jornadas para terminar, el equipo blanquiazul tiene su primer match point para alcanzar los “ansiados” 50 puntos. Lo que, en principio, era un objetivo mínimo para obtener el ascenso se ha convertido, dentro del “Plan B” en un objetivo con cierta relevancia. De vencer hoy, esa puntuación mínima se habrá alcanzado y se podrá hablar de otros objetivos menos importantes una vez que el ascenso está casi descartado- bien tarde ha llegado el “gusto” por enterrar rivales en el Rico Pérez como “vaticinaba” la campaña de abono-; y de esos mini objetivos que ya escribí el pasado martes, los jugadores decidirán si vale la pena lucharlos o dejar acabar la temporada. De lograr ese triunfo o un empate, que tampoco estaría mal teniendo en cuenta las derrotas consecutivas de Anoeta y Balaidos, el club no habría cumplido con las expectativas de los abonados pero, en verdad, mejor así que la situación del rival, recién descendido a Segunda y con medio pie en Segunda B. La situación que vive el Nàstic de Tarragona seguramente la cambiarían por nuestra tranquilidad y con los ojos cerrados; con lo que hablar de decepción de temporada herculana, siendo cierto, sería muy duro a los oídos de aficionados que, de verdad, están sufriendo calvarios insoportables(Nàstic, Xerez, Albacete o Deportivo Alavés) mayores que los nuestros. El club tarraconí no supo asimilar el descenso y buscó el regreso con peligroso ahínco. Aunque la apuesta parecía interesante con la presencia de Javi López- que había hecho una buena campaña con la Unión Deportiva Salamanca- y varios jugadores de renombre(Jandro, Calle,Juanmi, Antonio López), la temporada fue de discreta a espantosa. En la jornada decimonovena, el entrenador fue cesado y se contrató a César Ferrando; el cambio no ha sido sustancial: antes ganaba más que ahora…al igual que no era tan fácil de ganar. El entrenador valenciano, en dieciséis encuentros, ha aupado al club catalán en la clasificación de clubes con facilidad para el empate(tres victorias, diez empates, tres derrotas) y si está fuera del peligro por el momento es porque un club se ha metido de lleno en el descenso con una trayectoria sensiblemente peor, el Córdoba CF.
De los encuentros jugados por el club rojillo en su estadio nos podemos quedar con varias historias que sería interesante asimilar: en primer lugar, si el Hércules se pusiera primero por delante tendría muchas opciones de sacar algo positivo-sólo el Celta ha visto perder un encuentro que tenía ganado y poco importa que fuera en la última jornada- ya que la mayoría de equipos lo han logrado de este modo; por el contrario, el Nàstic ha mantenido la ventaja en buena parte de estos encuentros; no olvidemos que las tres victorias con el nuevo mister fueron logradas en su campo y ello nos ha de indicar que son un peligro pues ven en su casa el mejor modo de salir de la quema. Por ello, Andoni Goikoetxea debería aleccionar a los jugadores para que jueguen con la ansiedad que puede mostrar el club local. El Hércules también debe jugar con el hecho positivo de tranquilidad que otorgaría al club alcanzar tan “pronto” los cincuenta puntos(en la 2005/06 se logró en la jornada 40 tras vencer 2-1 al equipo que dirigía el propio César Ferrando; en la 2006/07 se alcanzó en la 38ª jornada). Para ello contará con los jugadores que dieron la alegría por aquel 5-1 de la semana pasad, con una duda en la delantera tras ir el delantero del filial Jaime Jornet por si acaso Ion Vélez y Rubén Navarro no se recuperan de sus lesiones. En el equipo local, al menos, (casi)se ha desactivado la opción de Moisés de mostrar que su no continuidad en el Hércules fue injusta tras ser duda para jugar; lo del delantero es de puro gafe pues no pudo jugar en la primera vuelta cuando estaba en el Polideportivo Ejido porque el entrenador no contaba con él y, en esta ocasión, una lesión lo puede apartar de este encuentro. De no jugar, Unai ya puede respirar aliviado porque Moisés, motivado como él sabe, sería peligroso.
Apunte Serán los efluvios nocivos del río Manzanares pero es que este Atlético es un reloj a la hora de las desventuras: llega abril-mayo y se deshinchan con una facilidad pasmosa, jugadores que no rinden, entrenadores que rajan de mil y una cosas y, para colmo en este año, un presidente al que se le escucha por un micrófono abierto ciertos comentarios, con todos los respetos, de barra de bar. El problema está en la diferencia: un aficionado sólo puede protestar, él tiene la opción de arreglarlo en la medida de sus posibilidades.