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Fantástico cuento de Hans C. Andersen que narra las desventuras de un emperador vanidoso que gastaba toda su fortuna en vestidos y va a caer en las garras de dos truhanes que le convencen de que pueden realizar un vestido, que sólo es visible a los ojos de quien lo merezca, y a quienes colma de parabienes y proporciona ricas telas para la confección del traje. Nadie del entorno del emperador le avisa, durante la supervisión de los trabajos, de que no son capaces de ver el vestido en cuestión, y de que los dos truhanes, en realidad, se están tocando las narices; bien por no sentirse dignos de poder verlo; bien por temor de la reacción del monarca. Al final, el cuento concluye en que el emperador realiza su procesión en cueros ante el hazmerreír de todo el pueblo, y los dos truhanes se largan con las telas ricas que han podido acumular.
Salvando las distancias, después de 31 fichajes en dos temporadas (más los de invierno), el pecado capital del Hércules no ha sido la vanidad, sino el exceso de confianza, mezclado con algo de dejadez (y/o ignorancia), y, eso sí, buena fe. Es paradójico pensar, que han sido los fichajes más modestos los que han salvado al emperador de realizar su procesión en pelota picada, sirva la lección para la próxima temporada.
La derrota contra Poli Ejido fue tan solo una muestra más de la campaña tan irregular que está haciendo el Hércules esta temporada, y no viene sino a significar que los puntos de la tranquilidad nos los tendremos que ganar con equipos de mejor trayectoria que el primero, sirva de justo castigo por la indolencia mostrada teniéndolo todo a favor.
El partido contra el Málaga es todo una incógnita porque nunca se sabe qué Hércules vamos a ver jugar, cosa a la que lamentablemente deberíamos estar acostumbrados, si son los equipos que mantienen mayor regularidad los que aspiran a algo, entonces es justo el lugar que ocupamos ahora mismo en la clasificación.