Creo que a estas alturas de la temporada, todo el mundo conoce ya el cuento de Aladino y la lámpara maravillosa. Para los más olvidadizos, haré un breve resumen: Grosso modo, el cuento trata de un ladronzuelo que se encuentra una lámpara con roña del año que se pidiera y, en un intento de adecentarla, le sale un genio maravilloso que estaba encerrado allí, en agradecimiento, este genio le concede tres deseos. Pero como la felicidad nunca puede ser completa, le pone también tres límites : 1.- No puede matar a nadie. Supongo que por ser políticamente correctos, y tratarse de un cuento para niños, aunque haya historias destinadas a ellos que, a lo tonto, monten auténticas escabechinas, al fin y al cabo, como me enseñaron en uno de esos talleres frikis que dan en la universidad para dar créditos de libre configuración, los cuentos son fábulas para acercar la realidad a los niños; 2.- No puede hacer que alguien se enamore de alguien. Está claro, lo de Goikoetxea y la afición ya no tiene remedio; 3.- No puede resucitar a los muertos. Aquí discrepo un poco dependiendo de quién sea el muerto. Si por el muerto entendemos que es el Hércules, pues no, no tiene solución, por lo menos esta temporada. Eso sí, si el muerto es un rival en horas bajas, está claro que el mejor “levantamuertos” es jugar contra el Hércules, al partido del sábado contra el Celta me remito, y no me vale la excusa del viaje en autobús .
No me gusta reventar los finales, pero creo que ya todo el mundo sabe cómo acaba el cuento, más que nada porque acaba como todos: el malo es castigado, y el chico se queda con la chica (nada menos que la hija del emperador, un buen partido, sin duda), son felices y comen perdices.
Mientras el Hércules espera a su genio maravilloso que le saque de esta catarsis, y tobogán de resultados, habrá que acabar como se pueda la temporada, y ojalá pronto podamos ser felices y comer perdices..en primera. Por de pronto, partido importante por la permanencia contra el Eibar el sábado, ya se sabe, la tele manda.
