Son cerca de 300 partidos los que he visto en el Rico Pérez, aparte están los retransmitidos por los diferentes entes televisivos cuando el Hércules ha jugado fuera y es difícil superar un arbitraje como el de ayer. Muy difícil. Imposible. La sensación de que el colegiado iba encaminado a hacer lo que hizo ayer y algo más grave: que ya no hay nada que hacer en esta temporada, el Comité Técnico de Árbitros ha dictaminado quienes subirán y quienes no. Sí, porque lo de ayer no es sólo el típico día en que el árbitro se equivoca, es que es todo un periplo arbitral que empezó con aquel penalty ante el Xerez, siguió con el del Granada 74, el gol con la mano de Nagore ante el Numancia y lo de ayer que se llevó la palma. Es una secuencia que ya cansa y lo peor es que no se sabe qué es lo mejor: si se habla y se protesta seremos igual de machacados(o más) que si no lo hacemos. Parece como si a los colegiados les “excitara” salir del campo como tuvo que hacerlo ayer el árbitro de Linares, Pérez Montero. Un colegiado que, no lo duden, no tardará en volver al Rico Pérez.
Porque lo de ayer no tuvo más historia que su concierto de silbato y decisiones erróneas sin parar, desde el primero hasta el último minuto, al menos en las decisivas. El penalti que no pita a Roberto es un ejemplo de error de bulto: agarrón a Tote durante unos segundos. Una jugada al cuarto de hora que hubiera dado lugar a un penalty(puede entrar el gol o no) y su correspondiente expulsión con lo que estamos hablando de un jugador menos, posiblemente un delantero que tuviera que dejar su puesto para que entrase el denostado Sergio Sánchez, a lo largo de 80 minutos. De los tres goles anulados, poco que decir hasta que haya ocasión de verlos en la pequeña pantalla si bien creo que el tercer gol sí hubiera sido legal…o anular el de Tote con el que comparte cierto grado de similitud pero si el del madrileño lo pitó no había motivos para anularlo. Por último queda la expulsión de Sastre que, muy posiblemente, no fuera a no ser que el brazo extendido sí que impactara levemente pero no me pareció tanto como para que Piti se echara la mano a la cara. Con todo, el colegiado quiso congraciarse con la afición (cómo si eso compensase la decisión de no expulsar a Roberto) pero lo que demostró es la verdad: que la profesionalidad añorada es un bulo para cobrar más pero no pitar mejor ya que la única solución es el uso de medios audiovisuales en la toma de decisiones. Mientras eso no se imponga, la sensación de robo perdurará en todas las aficiones acosadas por árbitros como el de ayer, decidido a saber a quién perjudicar.
Apunte Por cierto, respecto al partido, decir que el Sporting supo aprovechar sus ocasiones, que el Hércules jugó una segunda parte impresionante en la que estuvo más cerca el 3-2 que el 2-3, etc. Quizás el martes sea un día mejor para tratar otros temas como el hecho de “crecer ante la adversidad”.