Era de esperar que esa noticia no iba a tardar mucho en salir. Hoy, en el diario La Verdad y siguiendo anteriores referencias, se informaba de que el cuerpo técnico quería a Moisés García León fuera del club- incluso en el caso de no lograrlo, la relación entre el delantero y el entrenador está lo suficientemente deteriorada como para que el sevillano siga-, aunque recale en alguno de los equipos como Xerez o Castellón y reforzar a esos equipos. Lejos queda aquel interés de contratarlo para la promoción de ascenso a 2ªA y como el Elche, al impedir su salida en ese junio del 2005, le convertía en un mártir y con esa aureola llegó al Hércules. Trece goles-9 desde los once metros, incluido el fallido ante el Tenerife y posterior remate de cabeza en el despeje del portero- le auparon a los primeros puestos de la clasificación e igualando, en un duelo morboso por el pasado ilicitano del delantero blanquiazul, a Nino. Ese tanto en el Martínez Valero generó una serie de imágenes recordando ese golpe de pecho de Moisés y esa miradas hacia la grada donde está la afición ilicitana. Sin embargo, han sido varias las cosas que influyen en un adiós esperado: lesiones musculares como la que impidieron al jugador completar la temporada pasada, el bajón del rendimiento en la segunda vuelta, esa sensación de lastre para las variantes ofensivas del equipo, si bien el delantero podría quejarse de que han sido pocas las veces que le han pasado desde las bandas de forma correcta.
Sin embargo, hay algo que influye en el cuerpo técnico: la imagen del delantero ilicitano- del que se suele acusar en la ciudad de las palmeras de instigador de la ruptura del vestuario en la primera temporada de Josu Uribe- y de la que Bordalás temía que influyera en un vestuario en proceso de recuperación. Durante los partidos en los que estuvo en el banquillo herculano, Bordalás ha mostrado más predilección sobre jugadores que se han mostrado como profesionales durante la semana de entrenamientos. Cuando Sergio o Schiavi no jugaban por amonestación, Bordalás colocaba a Urbano y, aunque luego lo devolvía al banquillo, alabó esa profesionalidad que hacía que el defensa entrenase al 100% para poder aprovechar su oportunidad y acataba las decisiones del entrenador a pesar de hacerlo bien- en aquella época era una puya hacia otros que se mostraban críticos ante la prensa pero desaprovechaban la oportunidad que tenían-. Las oportunidades que dio a Kiko Ratón mostraron a un profesional que también rindió al máximo que pudo. Aunque en aquella época se daba por hecho que no seguiría el canario, pasó por delante de Moisés en la preferencia de buena parte de la afición ya que en él se unía varios factores: autor del primer gol en Alcalá, una profesionalidad que le hizo trabajar sin decir una palabra más alta que otra y marcar dos goles en esos 530 minutos jugados. La técnica del canario, algo limitada para los altos objetivos de este club, le impidió seguir pero eso, además, indicaba que los días de Moisés en el Hércules también estaban contados ya que, para suplencias alargadas, que es lo que se piensa que iba a sufrir Moisés, el canario ha mostrado la actitud que cualquier cuerpo técnico desea. Como es evidente que es imposible que el sevillano cambie de forma de ser, su adiós al Hércules era evidente.
Apunte El Orihuela parece haber conformado un buen equipo, al que se le une un cierto toque herculano que hará que más de un aficionado mire sus resultados. Carlos Pérez en la zaga y Kiko Ratón en la delantera, unido al hecho de que Vicente C. Campillo, en el banquillo herculano durante las temporadas 90/91 y 91/92) ,sea el entrenador con ganas de olvidar anteriores chascos son los referentes blanquiazules en el club de la Vega Baja.