Además de lo comentado el pasado domingo, también influye otros factores como la suerte o la confianza para que un equipo vaya hacia arriba o hacia abajo. Esta primera vuelta nos ha mostrado a dos Hércules diferentes. Un primer equipo que tuvo la suerte de cara en varios partidos: esos goles ante el Sporting(en propia puerta, otro de espuela al minuto de encajar el 1-2 o el trallazo de Moisés), tres goles en propia puerta(Numancia, Ciudad de Murcia, Sporting), jugadores que estaban por encima de su nivel(por ejemplo, Palacios no lo hizo mal durante los primeros encuentros) o la suerte de disponer hasta cinco penas máximas en las primeras ocho jornadas. El equipo lograba unos resultados positivos y merecía el título de equipo revelación a la par con el Lorca. La magia se disfrutaba en cada parada de Moso, en esa capacidad defensiva que permitió al maño disputar el trofeo Zamora hasta el maldito día de su lesión, días después de aquel infausto encuentro ante el Lorca, Kike Mateo marcaba espléndidos goles. El día del Levante fue el último triunfo. ¿Quién iba a decir que una victoria tan contundente como esa iba a ser un lejano recuerdo? Aquel día, el conjunto no reflejó un nivel que hiciera pensar en esta racha. Pero llegó. Los resultados bajaron poco a poco el ánimo, la confianza se ha ido deteriorando y el equipo espera lograr esa victoria salvadora que les haga recuperar la ilusión y serenidad perdida. Lejos queda la duda de qué hubiera ocurrido si, ante el Racing de Ferrol, se hubiese logrado la victoria que no sembrase la duda en casa.
No queda duda de que en el fútbol, el factor humano es fundamental a la hora de entender una trayectoria determinada. La mente juega buena y malas partidas. Lo que antes era moral a la hora de atacar la portería rival, conscientes de que la suerte está de cara, ahora, es una duda que no se soluciona con poner un segundo delantero sino en creer en lo que se hace y entrenarlo. Hay que ensayar varias opciones de ataque, el 4-1-4-1 de Mandiá no es el culpable sino las escasas variaciones sobre un sistema que el año pasado triunfó sin apenas tener que jugar al pelotazo sobre Jordi Martínez. Por un momento permítanme acudir a la ópera para contar una pequeña anécdota: Verdi, para el estreno de Macbeth, llegó a ensayar una misma escena, bastante compleja, hasta 151 veces, un ejemplo de perfeccionismo, quizás excesivo, pero beneficioso. Si Mandiá, preocupado por los resultados, necesitaba hacer cambios ofensivos y variar su sistema en momentos puntuales, debería ensayar más esas jugadas(no niego que lo pueda hacer pero es fundamental hacerlo más) pues el equipo se encuentra perdido a poco que se altere el dibujo. También sería importante empezar a realizar cambios en el once ya que varios jugadores no están frescos y se observa su alarmante descenso de nivel. Este equipo necesita una victoria "como el comer" para recuperar el nivel de antes, la suerte perdida. Huelva debe ser el inicio del cambio.
Apunte Con todo, no se ha comentado como se perdonó la expulsión del jugador del Nàstic, el nigeriano Ekpoki, que, tras una jugada con Vicente en el que se ganó la tarjeta amarilla, paró un balón con la mano en el centro del campo, el colegiado pitó falta pero no enseñó la tarjeta correspondiente. ¿Por ser la segunda y, por tanto, la expulsión? No se sabe. No es acusar al colegiado de decidir el partido pero pudo haber tenido relevancia.