La inesperada derrota de ayer ante el Nàstic de Tarragona, el sexto encuentro donde la victoria no cae del lado herculano, la escasa puntería de los jugadores ante el cancerbero catalán han hecho que todas las alarmas vuelvan a sonar en el club herculano. Los nervios estaban en el "post-match" con expresiones entre los presentes bien concluyentes: el crédito está agotado, otros rumores de que una derrota en Huelva supondría la "ratificación" del entrenador que, en otras palabras, quería decir que si no se ganaba en Málaga en la siguiente jornada, el entrenador gallego podría ser cesado. Es difícil saber la evolución en días futuros pero los cambios deberían darse desde ahora mismo. Quizás, la titularidad del portero uruguayo en detrimento de un odiado Sergio Sánchez al que la afición hace responsable casi directo, y compartido en los últimos partidos con el entrenador, de los últimos malos resultados; quizás, la necesidad de tomar decisiones como ir dando algún tiempo de descanso a Moisés o Kike Mateo que han perdido el punch de antaño. Sería interesante saber si el entrenador necesita de "toques de atención" o empieza a ser consciente, per se, de que necesita cambiar determinados aspectos de su juego para redirigir hacia aguas más tranquilas esta nave herculana. Las próximas jornadas serán decisivas para saber si este equipo puede aspirar a algo más, si puede volver a recuperar la regularidad de antes.
Lo de ayer tiene varias valoraciones: frustración, porque el Nàstic no fue mejor que el Hércules en ningún momento del partido; desesperación, porque desde los primeros minutos de la segunda parte se veía que el equipo había perdido la brújula y no hubo atisbo de reacción desde el banquillo; enfado, porque si el gol no hubiera llegado en el minuto 68, los cambios se habrían retrasado algo más aparte de lo alocado de éstos; crispación, porque cada balón que llegaba al guardameta herculano era respondido con insultos desde la grada; impotencia, cuando se veía que el equipo llegaba sin ideas hasta el área grande en los últimos minutos, un "quiero y no puedo" en el que Sisi, Toché, Moisés, Miguel y Kike Mateo no encontraban la "jugada perfecta" para alcanzar, como mínimo, ese empate que, al menos, no hubiera alejado al discreto equipo de Luis César Sampedro. Con todo, hubo algunas cosas positivas: con Carlitos se ve, si se le deja "explotar", una nueva vía de capacidad ofensiva que no sea el balón al ariete; Manolo Pérez, hasta la pérdida global del sentido del juego del que son responsables más gente, lo hizo bastante bien y participó en toda jugada de balón parado y dispuso de un par de disparos muy bienintencionados pero que fueron atajados por el portero visitante. Respecto al sistema, ningún comentario en la primera parte donde se jugó un buen partido pero que, en la segunda parte, debe dar lugar a otros cambios: si el entrenador está dispuesto a jugar con tres centrales y varios puntas de lanza debe practicarlo más porque a este equipo, jugar "a la épica", no le va como se comprobó con arranques de fuerza que se desvanecían ante la defensa del equipo rival. Sobre todo, tener el coraje de que si tiene que cambiar a Moisés para poner a Toché, lo haga porque la imagen agotada del delantero maño ayer fue reveladora.
Apunte Ayer se dieron dos circunstancias curiosas: el Nàstic venció por segunda ocasión en esta temporada en el Rico Pérez y el hecho de que ayer fue el primer encuentro en competición liguera que el Hércules no marcaba, al menos, un gol. El 2006 no ha empezado de la mejor manera: los turrones no han sentado bien.