Había cierta preocupación ante la visita del Villarreal
C.F. a Alicante. Había sumado siete puntos en los últimos tres partidos y con
la mente puesta en una victoria que les acercase a cuatro puntos del ascenso
directo. Ya escuchaba a mi alrededor que se daba por bueno el empate nada más
empezar el partido. La avalancha de juego “groguet” apuntaba a un 0-1 que tenía
que caer tarde o temprano. No eran ocasiones claras pero sí un dominio
persistente, un rondar constante por la meta de Falcón. Incluso, en un par de
ocasiones, la zaga estuvo en un tris de “colaborar” en el peligro visitante,
como un despeje de Juanra que lamió el poste defendido por Falcón. Se jugaba
con fuego, no había conexión entre la defensa y el centro del campo. Pero llegó
la jugada del penalty: Musacchio derribaba a Sardinero. El guión del partido de
hace dos semanas, ese 3-0 al A.D.Alcorcón, parecía repetirse. Sin embargo,
Portillo erraba el penalty de la forma más triste. Se suele decir que tirar un
penalty “a lo Panenka” deja un gol muy bonito pero un fallo se convierte en
aterrador. Curiosamente, todo el esfuerzo del “9” para intentar congraciarse
con la grada se iba al limbo con esta pena máxima que nadie entendía. Quizás,
con 2-0 en el marcador, se puede llegar a entender que quisiera “gustarse” pero
con 0-0 y lo que se está jugando el equipo era demasiada “frivolité”. Sin la
intensidad del inicio, el equipo de Marcelino seguía dominando hasta que un
fallo en la zaga blanquiazul deja a Farinós el esférico en la frontal para que
marcase el 0-1. Se pagaba demasiado caro el penalty errado por el delantero
blanquiazul. Sardinero tuvo el 1-1 pero no logró acertar a empujar el esférico
al final de la primera parte.
Tras el descanso, el equipo herculano buscaba el empate
pero sin acierto. No se veía solución, opción para lograr ese punto necesario
para ir recortando distancia. Por parte visitante, se limitaban a controlar el
partido y pasar los minutos hasta el final. Lo que no esperaban es que Noe
Pamarot , a mitad de la segunda parte, cogiera el esférico a treinta metros y
disparase, como se escuchaba por la grada, “con el alma”. Un disparo seco pero
contundente que cogió por sorpresa a compañeros, rivales y grada. Por un
momento, se llegó a soñar con la victoria. El once dirigido por Marcelino se
fue hacia arriba, tras el shock por la lesión-esperemos que fuese por precaución-
del propio Pamarot, y pudo haber logrado el 1-2 pero también pudo cambiarse el
marcador en beneficio de los blanquiazules tras dos disparos de Portillo en los
que Juan Carlos logró evitar el gol local. Con el pitido final de un
controvertido Piñeiro Crespo, que desquició a más de uno con sus decisiones, el
Hércules C.F. lograba sumar el punto nº 25 y con la permanencia a cuatro
puntos.
En sí, lo curioso del encuentro es que el dominio fue
visitante en las dos partes(en la segunda fue menos atosigante), tuvo sus
ocasiones para lograr la victoria del equipo castellonense pero los de Quique
Hernández tuvieron la ocasión más clara(el penalty de Portillo) y donde Juan
Carlos, al igual que Falcón, también logró evitar la derrota para los suyos. En
definitiva, empate justo y un rival difícil menos. Ya queda menos para el tramo
final, ese donde se juntarán esos
partidos de “cuatro puntos”: Dep. Guadalajara, S.D. Ponferradina, Xerez
Deportivo, Sporting de Gijón, S.D. Huesca, Recreativo de Huelva, Mirandés, Real
Murcia o Racing de Santander.
Apunte. Desastre deportivo-colistas con
16 puntos en 24 partidos- e institucional en la ciudad de A Coruña. Su equipo,
otrora “Superdepor”, está en una debacle de las que harán más daño, incluso,
que el descenso de 2011. Los administradores judiciales quieren apartar a
Augusto César Lendoiro de la dirección económica pues desconfían de las
cuentas.
Referencia:
Asunto Lendoiro: Situación institucional herculina.