Pero no se olviden, un odio muy relacionado con el amor de los aficionados a unos colores mancillados por decisiones que han provocado un ambiente gélido, aterrador hasta el punto de la mofa hacia alguno de los jugadores que visten la camiseta blanquiazul. Que durante unos segundos se corease el nombre del director deportivo, Sergio Fernández, revela que la afición ya se ha puesto firmemente al lado del atacado por entrenador, presidente ejecutivo y algunos jugadores con voz en mando. Desde el principio al fin, los escasos espectadores- una vez más, risa hilarante cuando salió en el maltrecho videomarcador la excesiva cifra de espectadores- se mostraron poco animados al apoyo y sí a ver cómo evolucionaba el juego. Ciertamente, en la primera parte se fue respetuoso, salvo al final de la primera parte cuando se cantaba tímidamente contra el entrenador y la directiva.En el terreno de juego, el dominio fue blaugrana y sólo la nula puntería mostrada impidió un marcador excesivo. No es que hicieran más de la cuenta los jóvenes culés, es que vieron que, con el mínimo esfuerzo, se bastaban para acercarse con peligro a las inmediaciones de Falcón que, en un par o tres de ocasiones tuvo que evitar el 0-1. Por parte blanquiazul, una jugada de Gilvan que no acertaron a rematar Sardinero y Portillo. Portillo estuvo desacertado en otra ocasión en la que disparaba sin acierto alguno.
En la segunda parte, con Sarpong desde el inicio y con un calentamiento bastante pobre, el juego siguió con los mismos parámetros y el mismo acierto de la primera parte pero, tarde o temprano, tenía que llegar el gol de Luis Alberto en una jugada de circo por parte de la defensa blanquiazul que no supo como defenderla. Una vez más se revelaba un equipo que no tiene nada: el físico no aguantaba pero el ánimo estaba por los suelos. Ante la nula reacción, la grada ya comenzaba a arrear contra el entrenador. Ya no se veía reacción posible. La debacle comenzó a hacerse más intenso con un penalty de Diego Ribas. Lombán, con un tiro muy ajustado al poste, marcaba el 0-2. En una contra posterior, muchos aplausos sonaron cuando Espinosa marcó el 0-3. La rabia por el ridículo, por las nulas ganas, provocó toda una catarata de insultos al entrenador lucense, contra García Pitarch y bronca final. Sobre todo, el mencionado grito de la afición a favor del director deportivo leonés reflejó un nuevo giro de la afición.
Del post-partido todo se sabe: cerca de medio millar protestando ante la puerta cero. El odio se percibía y esperaba "sangre". Durante unos minutos llegó a sonar un rumor, por el cual, el entrenador ya estaba cesado y se buscaba en Visjnic al sucesor. El tiempo de la ilusión se frenó cuando se ratificaba hasta el lunes. Para el recuerdo, el despido de José Carlos Granero en 2004 se desarrolló así: el sábado se jugaba un partido en Pamplona y el lunes fue despedido.Aunque es cierto que es conveniente el apoyo durante los noventa minutos-creo que se podría dar con otro entrenador-, lo cierto es que el amor hacia el equipo se transformó en odio e ira. Eso sí, en un odio que sólo desea un cambio radical a todos los niveles.
Apunte:Durante tres minutos, los resultados habían colocado a los blanquiazules como colistas tras la victoria momentánea de los alcarreños ante el filial merengue. Sólo duró ese breve instante pero también nos augura un rival complicado como el Castilla dentro de dos semanas.