Cuando tenía casi diez años viví el ascenso a Primera en esa grada- no un partido sino varios-, en esos escalones vi como el Macho Figueroa se obstinaba en lanzar faltas en las que el esférico iba directo al cuerpo de Juanito, q.e.p.d.; sonreí cuando algunos alemanes, seguramente del Schalke, estaban detrás de mí investigando el juego del Tenerife, o bien, recibí un empujón de un agente de policía antes de enfilar las escaleras de bajada en un Hércules-Valencia. Son varios los recuerdos que tengo de esa grada tejero o mundialista que cumple 25 años de su apertura y hacen que, cuando leo cualquier referencia a esa zona del estadio, mis recuerdos fluyan: las escaleras que conducían hasta el pasillo donde se veía el bar, los aseos , esa luz del sol que entraba por los vomitorios e iluminaba la zona trasera tras la previa oscuridad de los citados tramos iniciales de escalera, próximos a la puerta 26. En sí, acudir a esa grada era un ejercicio de subir peldaños sin parar pero cuando el aficionado irrumpía en la grada sentía una sensación que, por ejemplo, no yo he tenido en otras gradas. Sea por el recuerdo de la infancia, sea porque el esfuerzo es mayor, las imágenes que más se me han quedado han sido cuando he acudido a la grada mundialista. Al recuerdo visual imborrable se añadía el del olor a puro. No es agradable como tal pero sentías en tu interior una fusión de ver el césped desde lo alto, los jugadores calentando y ese olor penetrante que hace años era casi sinónimo de tarde de fútbol en domingo. Un olor que anhelaba sentir cada quince días.
Por desgracia, el fútbol fue esquivo con el Hércules y su doble estancia en la 2ªB ha hecho que apenas unos privilegiados disfrutaran de esas vistas ya que, salvo el día del Alcalá- un encuentro entre más de doscientos jugados en el Rico Pérez durante una década- pocas veces se ha abierto esta grada. Ni siquiera ahora en segunda se abre, -a diferencia del anterior regreso en el 93- la grada del mundial debido a que el consejo considera más importante aunar los espectadores en vez de desperdigarlos. Salvo los tres años de Primera, algunos de Segunda, los de la selección española, no se ha considerado interesante abrir la citada grada. Es triste pero lógico; más lo es porque no hay interés en potenciar dicha grada. Allá por la 95/96 era el lugar donde acudían los colegiales para vivir el ascenso a Primera, gracias a Orgilés; sin embargo, dejaron de seguir haciéndolo tras el regreso a Segunda en el 97. La Grada Tejero- ya se sabe que su nombre se debe a su forma de tricornio y el recuerdo reciente de ese golpe de estado el 23 de febrero de ese año, precisamente- es un monstruo que recuerda a todos, excepto al Consejo, que el Rico Pérez es un estadio que permite muchas opciones para que acuda más gente al estadio y, sobre todo, que los niños vivan la magia de una imagen imborrable y que les marque. Ignoro si volveré a subir en un futuro esos escalones pero si lo hago volveré a disfrutarlo como antaño porque es algo que no se "vive" todos los días.
Apunte . Impresionantes las imágenes de Chica(Espanyol) retorciéndose en la zona donde cayó. Un simple esguince cervical no es nada para lo que se llegó a temer en Montjuïch tras ver su forma de caer. Afortunadamente, parece que todo se ha resuelto bien. Sea como sea, Chica casi volvió a nacer anteayer.