Es habitual ver como una afición contrariada por algún hecho en cuestión se muestra crítica y eso se refleja mediante la primera "herramienta" que viene a la mente del respetable: pitar a cualquier jugador que altere su ánimo. No digo que sea justo hacerlo, sólo observo lo que ocurre en un campo de fútbol. Sergio Sánchez fue la "víctima" el pasado sábado de dicha "música de viento" como en otros días fueron otros jugadores que han vestido la camiseta blanquiazul -no digamos cuando eso se convierte en costumbre como en el pasado con Fran, Fernando Béjar o Xavi Moro- a pesar de que algunos sí han conseguido levantarse cuando eso les ocurría a ellos. Uno de los argumentos que se suelen mencionar para criticar a los que pitan es que no se ayuda al equipo ni al jugador en cuestión; sin embargo, no es fácil asumir dicho peligro cuando el fallo es terrible y que afecta al resultado. En el caso del cancerbero, llueve sobre mojado tras las pifias de los otros dos encuentros lo que impide comparar dicho fallo con el despiste de, por ejemplo, Casillas en el partido ante Serbia y Montenegro. Nadie sale de casa con intención de querer machacar a algún jugador de su equipo pero las circunstancias del desarrollo del partido son los que hacen que un aficionado llegue al extremo de pitar, insultar e, incluso, gritar el nombre de su sustituto como medio de liberar su enfado. Es el modo de decir, aunque sea grosso modo, que no está de acuerdo con el juego, con determinada actitud de los jugadores. Pero no creo que se llegue al punto de hablar del estrés de los dos años pasados.
El fútbol tiene esa manera de expresar los sentimientos: mientras las "olas", el movimiento ondeante de las bufandas al aire son gestos de felicidad por la gesta, los pitidos son de disconformidad por el juego que se muestra o por hechos puntuales que se transmiten de forma bidireccional(el jugador transmite de forma negativa y, al acercarse el rival, la gente de la grada asume que va a haber más peligro del que debía y así se "fabrica" un gol). Con todo, lo que más molesta al aficionado es la actitud del jugador sobre la cancha; el año pasado en el Bernabeu se empezó a pitar a varios jugadores desde el primer minuto pues el respetable les hacía culpables de que Camacho abandonase la nave tan pronto y les recriminó la falta de implicación con el proyecto; en otros sitios no les fue a la zaga a la hora de cargar sobre un jugador determinado- por ejemplo, Toni cuando defendió la portería atlética fue objeto de ataques y burlas- haciendo daño a su propio club pero, en el momento del silbido, nadie piensa en el posterior desarrollo del juego sino en descargar todo su enfado por el momento vivido. Lo deseable sería un apoyo ferviente pero quizás no vaya con el ser humano esta idea ya que, con el tiempo, ese apoyo puede devenir "hostil", por ejemplo, en aquellas aficiones que animan a todas horas pero que cuando ocurre una desgracia- un descenso de categoría o una derrota abultada contra su gran rival- atacan despiadadamente contra sus jugadores.
Apunte Por tercera semana consecutiva el Hércules está fuera de los puestos de descenso. Teniendo en cuenta que la suerte no ha acompañado al equipo se puede esperar algo más a partir de ahora. De haber acompañado esa pizca de suerte el equipo ostentaría una buena posición. Sin embargo, es mejor esta situación sufridora pues permite crecer y no tener el conformismo de creer que ya se está salvado en septiembre.