Estas tres semanas han sido muy duras desde que terminó el partido en Sant Adrià hasta el día de ayer. Tres semanas de problemas como el impago de dos nóminas, un filial en huelga por no cobrar, el problema de las altas federativas que no podrán ser efectivas hasta que el club pague los 96.000 € a un Txutxi que tuvo que haberse largado en ese mismo diciembre en el que llegó y el club se hubiera ahorrado el disgusto de tener alguien que ya deseaba largarse "a los tres días de venir a Alicante". Muchos problemas que habían "machacado" el ánimo herculano de una afición que no sabe a que atenerse ya l que no le queda más sueños que desear que Ortiz, Botella y demás consejeros entren en razón y hagan las cosas con un poco de cordura.
Pero llegó el fútbol y, sobre todo, la victoria del equipo herculano. Con "sangre, sudor y lágrimas" como decía el enigmático Churchill, el equipo venció con sufrimiento y un poco de miedo de recordar ese empate del Sabadell a última hora... o el del Benidorm de igual manera. Esas son las victorias que hacen que estos consejeros les apetezca trabajar algo más ya que, como sabemos, son gente que, dentro de lo que cabe, trabajan a impulsos de resultados. Cuando ven que el público por un día se olvida de ellos se emocionan y hacen algo por el equipo. Falta nos hace. Por eso la victoria de ayer sirve como evasión de los problemas del día a día herculano y es que la razón es única y evidente: este club depende tanto de que entre o no la bolita que la única manera de subsistir con dignidad es que el equipo haga una "huida hacia delante" y que los jugadores consigan levantar la nave herculana a base de victorias hasta que el equipo pueda alcanzar la promoción de ascenso y, si cabe, subir a 2ª División. Todo por minimizar lo que tiene alrededor.
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