Para bien...o para mal. Sin duda, una de las virtudes que se le quiso dar a los jugadores herculanos al principio de la temporada es que iban a ser "guerreros". Sin embargo, eso implicaba dos posibilidades: la de la intensidad, la garra, morder al rival...pero también la de "hacer la guerra por su cuenta". Eso es lo que pasó los últimos veinte minutos finales en Alcorcón. Se vio jugadores que encaraban al rival pero perdían el balón con facilidad pasmosa, otros disparaban sin buscar otra alternativa, una desconexión en los movimientos que facilitó la labor defensiva de un equipo que mereció ganar un encuentro como el de ayer. Venció en todo: en goles, ocasiones, porcentaje de juego. El Hércules CF de ayer nos mostró otra gran verdad: "que los árboles no te impidan ver el bosque". Las recientes victorias ante el Barcelona B y el C.d'E. Sabadell volvieron a demostrar que el resultado no lo es todo cuando tienes una meta ambiciosa. Sí, suena raro porque se llega a esa ambición ganando partidos...pero no así. El once de Mandiá está volviendo a repetir lo mismo de la primera vuelta: creerse que los resultados llegan por sus planteamientos cuando es por suerte: un gol en propia puerta en el Mini Estadi, vencer a los arlequinados y que el mejor sea Falcón, etc. Jugar como guerreros implica un juego como el desarrollado por los de Anquela y eso no se ha visto en toda la temporada. Hubo un intento de parecerse a ese juego en determinados partidos, pero los resultados no fueron bien-sobre todo, cuando hace el entrenador cambios inauditos- y se volvió al inicio. Se quiso volver a recuperar la firmeza defensiva y, poco a poco, se ha ido desvaneciendo, demostrando que el problema de este equipo no es de trivote o dos centrocampistas, es de actitud en el juego y eso, en la jornada 28ª ya se debe a su entrenador. Si para algunos, el mérito de este equipo se debía a su entrenador, ayer se demostró en su máxima expresión... de lo negativo.
Ayer, se volvió a las andadas, a recordar Girona, Jérez de la Frontera, Huelva. Incluso cuando se ha ganado se ha hecho con esa sensación de tener la suerte de cara como en Riazor, la ciudad deportiva del Villarreal C.F. , Balaidos, donde se aportó menos que el rival en juego. El once de Anquela demostró desde la primera jugada que iba a ser el que proponía el juego. Sea de jugada o a balón parado, los locales tuvieron cercado a Falcón, que ya fue el héroe de la primera parte porque con sus paradas evitó un resultado de escándalo antes del descanso ante las acometidas de Sales, Mora(sobre todo a balón parado) o Quini. Los de Mandiá tuvieron pocas ocasiones pero sería injusto no mencionar el contraataque de Gilvan y centro a Callejón que disparó y Manu Herrera mandó a saque de esquina. El chut posterior de Míchel también fue peligroso. Pero ahí se volvió a atrás. En la segunda parte, los mismos parámetros pero más ralentizados: el Hércules seguía sin llegar con serio peligro-sólo un posible agarrón a Gilvan cuando fue a rematar puede considerarse como posible penalty-, hasta el punto de romper el entrenador el sacrosanto trivote para ubicar a Urko Vera por Tiago Gomes; luego sacó a Tote por Diego Rivas, lo que hizo el dibujo más extraño todavía. En ese momento llegó el 1-0 en un desliz de la zaga que deja libre a Borja, que ejecuta el 1-0 sin dificultad. Ahí comenzó esa guerra por la cuenta que debilitó al equipo porque, visto desde fuera, no se hizo nada para poner en peligro la victoria local a pesar de dar el esférico a los blanquiazules. ¿Ha visto el partido Juan Carlos Mandiá? El juego desarrollado de principio a fin por los locales es lo que, más o menos, se espera en Alicante. Hasta 10-11 ocasiones de gol en el partido por parte local; de haber estado acertados de cara a portería, podríamos estar hablando de tres o cuatro goles para llevarse a Alicante.
Apunte. Celebrar, desde este blog, el triunfo del Club Balonmano Mar Alicante en Turquía ante el Maliye M. Piyango por 20-26 y que clasifica a las alicantinas a semifinales. Un mérito mayor viendo cómo están las jugadoras con sus problemas de cobro, por no hablar del equipo que merece un mayor apoyo social. Porque no sólo es cuestión de euros, también es de presencia en las gradas para que las empresas y administraciones sepan que hay gente detrás de este equipo. Ya perdimos el balonmano masculino de élite, no nos ocurra lo mismo con el femenino.