Los que verdaderamente me asombran que no acaben quemados, son los tenistas, qué barbaridad, jugando habitualmente en las horas en las que el sol está más alto y calienta con toda su intensidad, así las cosas, no me extraña que ese payaso metido a tenista llamado Djokovic, haya salido “colorao” del Torneo de Roma (claro, que también lo salí yo del Rico Pérez pero por otros motivos, y eso que me pongo protección pantalla total, pero nada, no hay manera, siempre acabo como un cangrejo), y lo peor es que le ríen las gracias al muchacho...pero nosotros a lo nuestro (lo que pasa es que si no decía esto, reventaba)
El episodio, archifamoso, que dio lugar a la expresión “quemar las naves” tuvo lugar durante la conquista del Imperio Azteca por parte de Hernán Cortés. Por explicarlo desde el principio, y de la manera más resumida posible, él y el entonces Gobernador de Cuba, Diego Velázquez (no confundir con el pintor), de quien dependía, no se llevaban lo que se dice bien, e intuyendo que la campaña militar podía ser un éxito..y que el Gobernador podía relevarle en brevedad; Cortés decidió hacer de freelance, e iniciar la conquista del territorio por su cuenta. El hecho de quemar las naves, fue ni más, ni menos que para evitar tentaciones entre sus tropas de echarse atrás y desertar, ante lo que se les venía encima (Este método que a simple vista puede parecer primitivo, no es nada en comparación a lo que hacían los rusos durante la segunda guerra mundial, que no, no quemaban las naves; pero disparaban al que tuviera la tentación de correr hacia el lado equivocado( esto lo digo por si alguien tiene la tentación de hacer un juicio prematuro). Pues bien, el Hércules lleva dos empates consecutivos, cierto. Dos oportunidades falladas de volver a la cabeza de la clasificación, cierto...pero es ahora cuando hay que “quemar las naves” porque un solo punto no es nada, y por muy quemados que acabáramos el domingo bajo ese sol de justicia; y por muy quemados que estén los jugadores del esfuerzo titánico que están haciendo esta temporada, no es momento de bajar los brazos. Las cosas están difíciles, no vamos a engañarnos, pero todavía podemos ser parte de un sueño, y tenemos que redoblar los esfuerzos y estar al lado del equipo a las duras..y las más duras.
En Eibar nos espera nuestro enésimo partido trampa (todos lo serán de aquí a final de temporada) contra un equipo que seguro que tiene ganas de salir del pozo. Ahora toca parar, pensar, respirar y... ¡a la carga mis valientes!