El 25 de junio de 1876 George Armstrong Custer (El General Custer, vaya, para entendernos) tomó la que a la postre fue su peor (y última) decisión, en la Batalla de Little Bighorn, frente al ejército de Caballo Loco, que le era, a más inri, superior en número: dividir sus tropas, con lo cual ya se pueden imaginar el resultado.
Es cierto que en el partido contra el Huesca, al Hércules le tocó bailar con la más fea: un tiro al palo, varias manos salvadoras del meta local, un gol legal anulado a Delibasic... y aunque es doloroso el empate conseguido en El Alcoraz, tanto el equipo como la afición, deben sobreponerse a las circunstancias, y morir y luchar hasta que no quede un hálito matemático de vida. Ahora mismo, no nos podemos permitir el lujo de tener ni un atisbo de duda sobre las posibilidades de ascenso, y debemos creer ciegamente en que se podrá conseguir. Sé que es complicado por la misma razón que he explicado antes: porque el empate en Huesca fue doloroso, y porque nos aleja a 3 puntos de la cabeza, pero si queremos alcanzar al Zaragoza (que, dicho sea de paso, va como Caballo Loco hacia la división de honor), vamos a tener que hacerlo todos juntos y con fe, ya habrá tiempo para las reflexiones más tarde, aunque, sinceramente, absolutamente nada se le puede echar en cara esta temporada al equipo, que lo ha dado todo por estar ahí.
Para un vikingo, el mayor honor era morir con la espada en la mano para poder invocar a Odín y poder entrar en el Wallaha (un cielo de vikingos, se entiende); para un integrante del 7º de Caballería era morir con las botas puestas ...para un herculano haberlo hecho con la satisfacción del deber cumplido, de haberlo dado todo por esa camiseta ...pero como todavía aquí no se ha muerto nadie, vamos a dejar los ritos funerarios para cuando se nos descarte matemáticamente, incluso aún podemos decir que jugamos con la ventaja de tener tres partidos seguidos en el Rico Pérez, aunque uno de ellos sea como visitante (ejem, ejem...) y Caballo Loco alguna vez tendrá que fallar, digo yo.
Así que el domingo por la mañana (qué pesaditos los del plus este año, caramba) todo el mundo al Rico Pérez a animar, que los 25.000 del día contra el Tenerife (las cifras oficiales, para ellos solitos porque no se las cree nadie) se queden cortos, porque mientras hay vida, hay esperanza... ¡a por ellos mis valientes!
No importa lo que pase de aquí al final de temporada, porque de Little Bighorn saldrán nuestros héroes con honor y con la cabeza alta