Una de las quejas que se escuchan por esos lares del Comité Técnico de Árbitros es que en España se está muy pendiente del árbitro de turno, no como en Gran Bretaña o en otros países donde el nombre del colegiado no se nombra apenas, tanto en la semana previa como en las crónicas posteriores. Es lógico. Quizás porque el fútbol sea el espejo de la sociedad y donde hay "sangre caliente"(España, Italia o Grecia) el colegiado sea más vapuleado que en otros sitios de "sangre fría"(Gran Bretaña, Alemania o Rusia)donde se respeta más la figura del árbitro. En el tema de España, observamos un afán desmedido de los "trencillas" por darse más protagonismo del lógico. La semana pasada hubo un intento de huelga que se desconvocó con apenas cuarenta y ocho horas de antelación al inicio de la jornada; es más, había un rumor que decía que la reunión que decidiría si había jornada o no sería a las cuatro de la tarde del sábado pasado. Cuando salieron a pitar en sus respectivos partidos, seguían mostrando errores técnicos, de apreciación y, lo más grave, una actitud imperdonable en lo que debe ser un "juez imparcial". Unas tras otras, las polémicas de la semana pasada mostraron que los colegiados se merecían cuantos artículos críticos se escribieran el lunes pasado. Aunque fuera anecdótico, ese deseo de pasar inadvertidos, que siempre anhelan en diferentes entrevistas, choca con la exigencia de cobrar como parte integrante de ese espectáculo llamado fútbol, aunque su afán desmedido por ser protagonistas en todos los aspectos hace que un partido se convierta en una burla a poco que ejerzan su justicia.
El de ayer no fue menos. El colegiado maño Clos Gómez quiso decidir él solo un partido que, quizás por méritos de unos y otros, habría acabado con derrota herculana pero que él acabó por finiquitar a medida que pasaban los minutos. Desquició poco a poco a los jugadores a base de sancionar faltas que no eran, no pitar las que sí eran, malas opciones de seguir con la "ley de la ventaja",etc. Dos jugadas marcaron el partido: una más que posible falta a Castro en la jugada del 0-2 que, lógicamente, no habría subido al marcador y, poco minutos después, con los jugadores y afición desquiciados, expulsó a Urbano tras una trifulca cerca del banquillo local que él observó impasible como fue aumentando sin que fuera a frenarlo desde el primer momento. Por último, la expulsión de Sergio Sánchez no fue culpa suya directamente pero sí de forma indirecta. Por su forma de impartir justicia el equipo acabó desquiciado y, aunque son profesionales, nadie es capaz de aguantar tanto atropello sin perder los papeles como se mostró en el altercado citado. El de ayer no fue la primera vez que Clos Gómez armaba jaleo. El maño es tarjetero(6,47 tarjetas por partido)y acabó expulsando a 11 jugadores en los quince partidos pitados en esta edición, en su mayoría del equipo local. Una última anécdota para ver lo que pasó ayer en Alicante fue la actitud del juez de línea de preferente que estuvo, desde la jugada de la falta a Castro, medio metro dentro del campo, con la cabeza baja. El domingo se verá si la sensación de inmenso cabreo que había ayer en el vestuario se pueda encauzar en el buen sentido porque los tres puntos ante el Valladolid son ahora más vitales que nunca.
Apunte Aunque sea algo anecdótico, el Consejo de Administración debería tener a bien realizar las gestiones que desemboquen a la resolución sobre el asunto del videomarcador. La mala imagen no debería continuar no vaya a ser que cierta persona, ávida de recuperar el favor popular, tome la iniciativa de arreglar el tema.