Cuando se supo el calendario, el partido ante el Vicente Calderón suponía un lastre en un momento en el que cualquiera daba por hecho que llegaríamos hasta el final por la salvación. Al llegar al ecuador, este partido ya se miraba con menos miedo, pues había esa sensación de estar salvados antes de este encuentro. En definitiva, había cuatro opciones pero, englobados en dos: minutos de la basura-como se suele llamar en el baloncesto a aquellos instantes finales en los que no hay nada en juego ya por la diferencia de puntos- o jugarse algo. De haber sido la segunda opción, lo normal era llegar aún con vida para lograr la salvación o haber seguido jugando al 120%, como en aquellos encuentros de la parte final de la primera vuelta en el Rico Pérez, y optar a esa séptima plaza; en sí, lo normal era haber llegado al partido del Sporting de Gijón luchándose la permanencia o firmando ese empate a cero en la última jornada de competición.
Pero llegar a estas alturas con todo definido era una posibilidad que, con la evolución de la temporada, se pasó de ser deseada o no serlo. Como decían algunos periodistas, si alguno le decían en el descanso de aquel Hércules- Atlético de Madrid que íbamos a bajar se reiría y es cierto. En aquel momento, lo normal era alcanzar la parte media de la clasificación y no soltarla, con lo que llegaríamos al Vicente Calderón con una fiesta y con toda la tranquilidad del mundo y "disfrutando" de estos minutos de la basura. Con el descenso marcado a fuego tras tirar por la borda la friolera de nueve puntos de ventaja y encima perder seis de propina para acabar sentenciados, estos dos partidos sobran porque no hacen ningún bien. En una semana se dará por finiquitada la vigésima temporada del Hércules en 1ª División con otro sabor amargo.
Lo patético de esta penosa situación es que, ahora, el encuentro del Vicente Calderón será contraproducente por lo que se juega el club colchonero, entrar en la Europa League, en la que ocupa el 7º puesto pero con un equipo acechando como es el RCD Espanyol. Si el Hércules puntuara o venciera en Madrid-lo que ya sería sospechoso cuando el feudo colchonero ha sido casi inexpugnable para el herculanismo-, las sospechas de maletines haría redoblar esos gritos de "mercenarios", aparte de hacer recordar aquellas celebraciones cuando se venció al FC Barcelona en la 96/97, tras descender en la madrugada de aquel domingo por el cambalache del estadio Benito Villamarín. Y eso, con el partido del Sporting de Gijón en la última jornada podía ser "peligroso" tal como salieron del estadio Rico Pérez el miércoles pasado. Y, a partir de ahí, a pensar en pagar ese importe letal en la AFE y quitar el fantasma del descenso cuanto antes.