En ese escueto tiempo se vieron las escasas ocasiones de peligro de un equipo que ya no es el que era en sus inicios, el resto fue para olvidar. El encuentro de ayer no fue de los que hacen afición y sí es de aquellos en lo que puntuar es lo fundamental, sea como sea; es decir, ese típico encuentro que se juega para expulsar los malos farios aunque se vayan otros positivos. El equipo llevaba consigo una imagen de equipo que recibía goles con facilidad pero el hecho de su facilidad goleadora impedía que no se vieran los efectos en la clasificación; sin embargo, desde la derrota ante el Sporting de Gijón se pasó una línea roja que ha invertido el proceso: desde el banquillo se ha buscado una mejor defensa y eso ha ido en perjuicio de otras facetas. Vitoria empezó a mostrarnos un nuevo Hércules que tenía más de negativo que de positivo. Su apuesta por no querer recibir goles encontró una primera víctima propiciatoria: la antigua ambición de ir a por el siguiente gol como en Motril. Esa ambición tuvo su espejismo en Córdoba cuando se salió con ganas de marcar el 0-1 y marcar más pero volvía a recibir goles y esa ventaja se esfumó y devino en desventaja de dos goles(3-1) que, con suerte, desapareció para mostrar un empate a tres que era la antítesis de lo que se buscaba mas el aficionado herculano marchó del feudo cordobés, al menos, satisfecho por los goles marcados. Ante la Real Sociedad el juego pretendía recordar el de semanas anteriores pero no lo logró. De este período, al menos, no ha caído otra característica herculana que era la de responder al gol rival con otro propio. Lo malo de ayer no fue el mal juego sino que Goikoetxea lo considerase bueno.
Porque el encuentro de ayer no es de los que hacen afición, más bien al contrario, acaba con la gente que se había animado esta temporada a ir al Rico Pérez. Ya el domingo pasado agudizaba el oído, tras finalizar el encuentro ante la Real Sociedad, a ver si captaba algo de lo que decían los aficionados. Muchas críticas iban dirigidas al juego y parecía que las dijera ese típico aficionado que va tras mucho tiempo, le habían hablado muy bien y se encontraba con un partido discreto. Después de estos dos partidos, salvo un brillante "match" ante el Athletic, veo un Rico Pérez con los incondicionales de siempre y “prou”. Porque lo de ayer fue un derby anodino, sin tensión alguna, muy de segunda división, donde el esquema de cada equipo se impuso a la calidad de los jugadores. Un encuentro en el que se podía seguir jugando sin marcar un gol. Las jugadas a balón parado era ya el único modo de crear peligro- una cosa es disfrutar de la ventaja de contar con jugadores efectivos en esta faceta del juego y otra es que acabe siendo el único modo de ataque- una vez desaparecidas aquellas jugadas que encantaban a la afición en las primeras jornadas. En definitiva, un encuentro que sólo valió dos minutos: el que va desde el remate de César hasta la triple ocasión fallida en una misma jugada. Por lo demás, poco que reseñar, el debut de Álvaro Cámara, a este paso imprescindible en el once, y, sobre todo, el penalti parado por Unai Alba, demostrando eso de que un penalti fallado no es porque el jugador lo falle…sino porque también está el brillante acierto del guardameta a la hora de pararlo. Aunque no se sabrá si hubiera sido mejor encajarlo para que el equipo mostrara una cara más ofensiva y seguir con la racha de goles marcados.
Apunte Getafe será, para el Barcelona, como un terrible mal recuerdo. Tras el varapalo del año pasado no mostraron ambición y volvieron a caer ante el equipo de Laudrup. El Getafe está mostrando el acierto de contratar al danés aunque eso no es novedad: Quique S. Flores se fue al Valencia y Schuster al Real Madrid…¿Laudrup al Barcelona? ¡Quien sabe!.