Bueno, el telón se ha echado a esta frustrante 2006/07 que empezó mal y que acabó peor. Sería difícil valorar el grado de la culpabilidad de cada uno de los estamentos del club: jugadores, cuerpo técnico, dirección deportiva y gestión. Aunque la próxima semana habrá el correspondiente análisis como en las temporadas anteriores, no estará de más recordar la evolución de la temporada que empezó con el silbido del colegiado que arbitró aquel infausto Hércules- Recreativo del año pasado. Unos pocos días después se conocían dos noticias que iban a ser contraproducentes y que han acabado siendo definitivas para el devenir de la temporada: contratación de Subirats y renovación de Bordalás. Para unos, el desacierto fue la renovación del entrenador, para otros-entre los que figuro- el error fue traer a un secretario técnico como Subirats. El primer roce llegó incluso antes de la renovación de Bordalás, cuando el director técnico terció para presentar al Consejo otros aspirantes. Desde ahí empezó una batalla que acabó en la séptima jornada de Liga. Si bien es cierto que el inicio no fue el deseado, Subirats lo cesó con todo el deseo del mundo. Sí, aquél que mantuvo a viento y marea a Granero durante año y medio mostraba su inicial antipatía hacia Bordalás echándole a las primeras de cambio. La contratación de Uribe no fue mejor: sin haber pisado el banquillo herculano ya tenía saldo negativo por su presencia en el Elche-mejor dicho, por el recuerdo de cómo reventó el vestuario franjiverde y esos tres meses sin cortar la racha negativa-. El equipo remontaba el vuelo pero su juego se mostraba de tal manera que no era extraño que, en cuanto la suerte desapareciera, el destino de Uribe era su destitución. La prueba de esas siete jornadas de la segunda vuelta fueron hostiles para el asturiano: había sumado los mismos puntos que Bordalás. Una pequeña reacción de siete puntos sobre nueve evitó, durante un tiempo, los puestos de abajo pero fue, de nuevo, un espejismo al que le siguió una racha de seis partidos sin ganar y su marcha. Con Paquito, los cinco últimos encuentros fueron un resumen de la presencia de Uribe: reacción inicial y después relajación y conformismo.
Si Bordalás tiene su parte de culpa, Subirats también tiene su “ración” y no es precisamente pequeña. Además se le une ahora dos problemas: primero, que al dar un plazo de dos años, si las cosas no se hacen bien en el primero, el segundo año suele ser de quemazón de la afición- la gente afín al director deportivo recordará el ascenso a 2ªA de la segunda temporada, si bien, fue más mérito de aquellos aficionados que pusieron a Granero camino de la puerta de atrás más que de Subirats, reacio a cesarlo-; el segundo es la composición de la plantilla pues no hay base posible: muy pocos han demostrado merecer seguir en el Hércules mientras otros, con desidia y pasotismo, deben salir del club mas el problema es cómo. Por ejemplo, dos jugadores desacertados como Farinós o De los Santos, ambos con un contrato largo, acabarán siguiendo a pesar de su nulo rendimiento debido a lo difícil que será su marcha si no se pagan los dos años restantes. Si el año pasado hubo limpieza, este final de temporada ha quemado el ánimo de bastantes aficionados hacia buena parte de la plantilla, lo que obliga a hacer otro cambio. Para haber creado base el equipo debió haber mostrado tales valores que, al menos, le hubieran permitido acabar en una honrosa posición dentro de los siete u otcho primeros, al igual que, por ejemplo, el Almería 2005/06 que acabó sexto.
El próximo año ya se verá como evoluciona. Por ahora, ya hay cosas definidas como el entrenador, Goikoetxea, un crack como Blas Pérez que será costoso como no se suba rápido a Primera…o no se venda, jugadores como Llera o Rodri contratados, etc. Lo único positivo que puede tener Subirats es que este equipo, tarde o temprano tiene que subir por la debida alineación de astros…de cada década.
Apunte El último recuerdo es quizás el peor que se puede llevar el aficionado. Perder ante el eterno rival por 0-2, visto por unos escasos 5220 espectadores-cantidad ínfima para ser un derby aunque no se jugase nada- y con un final penoso donde jugadores de varios equipos se enzarzaron en peleas sin sentido.