Un simple monedazo, una brecha en la ceja del asistente de línea que le hace agacharse, un colegiado que señala a los jugadores el camino de vestuarios y el debate aparece por todas las tertulias, las deportivas y las que no. La pregunta es lógica y comprensibles las diferentes respuestas para terminar con la violencia. Se habla desde una sanción económica, jugar a puerta cerrada, quitar puntos y cualquier medida sancionadora que, por hache o por be, no suele ser la medida que surta efecto. En sí, es una cuestión tan compleja que cualquier solución tendría "contras" suficientes para descartar antes de proceder a su aplicación. El principal inconveniente de la potestad sancionadora es que debe ser igualitaria, puesto que sancionar a unos y dejar impunes a otros supondría un agravamiento mayor y no ayuda a resolver la cuestión en sí. Así, hay equipos que, por un hecho determinado de un "loco", han visto que se las ha sancionado con el cierre por dos, cuatro o los seis partidos que se "llevó" el Nàstic al tirar objetos a un jugador del Polideportivo Ejido en las últimas jornadas de liga de esa 2001/02 mientras que otros se han visto liberados de toda sanción. Una sanción ecuánime, que no tenga en cuenta el nombre del equipo en cuestión, sería algo justo pero tampoco se ha visto que sea una solución válida. En ese mismo caso se encuentra otra media desproporcionada como es la de perder puntos/dar por perdida la eliminatoria- aunque si la vería como buena para aquellos que deciden irse por la vía ordinaria y no ejecutan la medida sancionadora de forma inmediata- pero la Roma es un ejemplo de un club que, le cierren el campo, le sancionen con jugar a puerta cerrada sigue siendo un equipo reincidente. Una vez visto que es difícil eliminar la violencia deportiva mediante la sanción - ningún equipo sancionado se ha decidido por quitar de verdad por los violentos y el que lo intentó lo hizo más por populismo que por eficacia-, queda por ver medidas accesorias que, por esas cosas de la vida, puedan ser mejores que esta intención sancionadora.
Para ver cuáles son los factores de violencia hay que observar detenidamente lo que rodea al fútbol: entrenadores/jugadores que se llenan la boca de palabra al estilo de que "esto es una guerra y hay que ganarla" o el célebre "písalo" de Bilardo y que calientan un encuentro; los medios de comunicación ayudan más a encrespar que tranquilizar con la esperanza de que eso les lleve a vender más diarios con titulares explosivos (el fin no ha de justificar los medios que irresponsablemente se utilicen); los árbitros que actúan de forma chulesca tampoco ayudan a erradicar la violencia aunque ahí es la FIFA la que ha de tomar la definitiva idea de usar los medios tecnológicos y dejarse de historias de "si al fútbol le quitamos la polémica, se queda en nada" porque un deporte tan aburrido como es el fútbol americano sigue congregando miles de aficionados en la grada mientras que los árbitros reciben ayuda que les serviría para limitar el error en un grado extremo- si un colegiado recibe una señal del cuarto entrenador con un monitor indicándole si es penalty o no puede significar la vida salvada de un aficionado en un bar y que no tendría que discutir si es penalty o no-; los jugadores que calientan el partido con jugadas bruscas para echar al público en contra del colegiado, etc. Tomar medidas para contrarrestar algunos aspectos citados puede reducir la violencia temporalmente pero, por encima de todos, está el manido tema de la educación. Si en la sociedad no hay tolerancia, no sólo con las ideas, sino también con los gustos, si no se educa a las personas para que entiendan que el fútbol sólo es un juego por el que uno disfruta pero por el que no se puede matar, si no se responsabiliza cada aficionado de que no puede dañar a los demás ni a su propio club lanzando objetos como la dichosa moneda de Mestalla o provocando a aficiones rivales, las medidas que se hagan, sancionadoras o no, no valdrán nada.
Apunte La presencia de algunos de los mejores jugadores del Real Madrid Castilla el próximo sábado es una demostración más de que los filiales deben estar fuera de toda competición con otros equipos. Al igual que toda Europa, los filiales sólo pueden jugar con rivales de la misma consideración. Lo demás es adulterar competiciones.