Una vez terminada la reunión de anteayer y tomada la decisión de la continuidad de Mandiá para el partido ante el Almería, es tiempo de hablar del aspecto deportivo tras unas semanas en el que lo extradeportivo tomaba demasiada importancia. El duelo ante la Unión Deportiva Almería, cuya previa trataré el domingo presente, se espera morboso, no durante el partido, sino a su conclusión. El resultado y, en parte, el juego determinarán el futuro del técnico gallego en la banqueta herculana. Como el resto de entrenadores en estas circunstancias, llegar a esta situación es terrible por lo que significa no tener tranquilidad para trabajar: los resultados no acompañan, el entorno es terrible y, aunque el día a día se prepara con todo el ánimo que nos quiera decir el entrenador, todos somos humanos y sabemos que, cuando las cosas no van bien, las dudas brotan con una facilidad pasmosa. Ya no es cuestión de si dos puntas o una, si Miguel tiene que ir al centro o Carlitos de segundo delantero por detrás de Toché, al equipo no le salen las cosas como antaño: el remate de Cámara hubiera entrado como una exhalación si la suerte estuviese de cara, o Manolo Pérez hubiese cortado a Balboa el sábado pasado. Es cuestión de dinámicas: el equipo puede tener cuatro o cinco ocasiones más o menos claras pero no marca; eso sí, el rival, a la primera llegada, aprovecha un despiste de la zaga herculana, como ha ocurrido en los tres encuentros últimos.
Sobre lo que hará Mandiá en el feudo almeriense, él lo ha revelado: jugará como lo hizo en anteriores partidos, manteniendo su sistema a rajatabla. Ha decidido que lo mejor es caer como hombre con ideas propias, al puro estilo del "alea jacta est" y, si ha de caer, que no tenga la sensación de haber perdido su personalidad. Por eso, le aplaudo. Porque será la mejor manera de despedirse de la afición herculana, aunque sea a costa de un discreto o, directamente, mal resultado. El debate estaba decantado y, como decían algunos, iba a suponer un enfado sempiterno, sea cual sea la decisión. Si Mandiá hubiera cedido a los cantos de sirena del entorno y cambia su sistema, habría dado la imagen de que, sólo por salvar su "cuello", iba a cambiar a esos dos delanteros y no por otra cosa; si se decidiese a seguir en su idea inicial, el riesgo de caer del banquillo es mayor pero lo haría "con sus principios". Sólo la suerte puede salvar la trayectoria herculana de Mandiá; ese factor aleatorio que, cual veleta, se gire a favor de los intereses herculanos y, sobre todo, los de Mandiá. Si no es así, se despedirá y a rezar que el sustituto pueda salvar al equipo y revertir la trayectoria.
Apunte Esperemos que, con el tiempo, no suenen ciertos técnicos del estilo de Javier Irureta, Manuel Preciado, Lotina o José Luis Oltra, alias el técnico "oltradefensivo", como se decía hace unos pocos años. No juegan el fútbol que se pide en Alicante.