Por las buenas o por las malas. Hoy, seis de febrero, hace trece años de una victoria que supuso, para muchos, el punto de inflexión que, a la larga, supuso el ascenso unos cuatro meses después. El Hércules acudía al propio estadio José Rico Pérez como visitante, en mitad de la tabla(29 puntos en la jornada 21ª y un balance, con el nuevo técnico, de una victoria, tres empates y dos derrotas), ante un líder con holgura(43 puntos por 35 del segundo) y, encima, ese rival que era doloroso para el herculanismo, el Alicante CF.
Sin embargo, cuando Merino marcó el 1-2 en el minuto 84',lo que supuso la victoria blanquiazul, algo cambió en esa plantilla dirigida por Juan Carlos Mandiá. Digamos que empezaron a creer y los números lo demostraron: sumó trece de quince puntos posibles en las cinco jornadas siguientes y cogió una velocidad de crucero que, incluso, le permitió superar una leve crisis(derrota 2-1 en Novelda y empate a dos ante el Levante UD "B"). Ese equipo que iba décimo, que parecía que seguiría la estela de la temporada anterior, viró 180º y permitió a los jugadores demostrar a la afición que las críticas habían sido injustas. El resto, ya se sabe: clasificados en la jornada 36ª, lesión de Marrama e incorporación de Butelle...y el ascenso.
Es cierto, lo que vemos ahora inspira bastante poco o nada. Es fácil apostar que este equipo no hará nada, se percibe desde este 2018 pero ese Hércules pre-Alicante CF iba en una línea depresiva parecida, perdiendo 1-2 ante ese rival complicado que era, antaño, la UDAT Gramenet. Con esos siete victorias, con dos delanteros como Merino(6 goles) y Jordi Martínez(4 goles) que marcaron 5 y 8 goles más en esas diecisiete jornadas pero que parecían, en enero, jugadores con poco punch.
Un empujón, un sencillo y simple empujón. Como hace trece años. Fue empezar a creer.
Apunte Duele mucho ver la imagen de Godin tras la jugada que supuso la pérdida de alguna de sus piezas dentales. Eso sí, sigo pensando que tampoco es algo tan punible como algunos pedían en las redes.