Desilusión, decepción…cabreo.
La verdad es que es difícil indicar el torrente de sentimientos que me generó
saber lo acontecido el pasado miércoles en Valencia con el asunto de las
acciones. Camino de Oviedo, era difícil extenderme en la problemática y, grosso
modo, he intentado informarme a pesar del lamentable espectáculo que se ha
dado, sobre todo en twitter, sobre la noticia de la espantada de Juan Carlos
Ramírez por el tema de unos cien mil euros que sirvieron para reventar, una vez
más, a la entidad blanquiazul.
Desde que pasó lo que
pasó, se procedió a una rueda de prensa de Ramírez esa misma tarde, a unos
desacertados tuits de la persona que dirige el
IVF procediendo a cerrar la subasta, sin haber un documento que así lo
acreditara del Instituto Valenciano de Finanzas. Amenazas de tribunales entre
ambas personas y que han seguido este mismo sábado con una entrevista en el
Diario Información poco proclive a calmar los ánimos.
Entiendo que gastar
100.000 euros de más puede enojar a más de uno. Comprendo que moleste que no
haya ni un ápice de transparencia por parte del IVF ese mismo miércoles y, sobre todo, la
sensación desagradable de ver que no explican, desde Valencia, de dónde viene
ese importe. Algo muy importante, pues
ese desglose debe ser explicado de forma clara por una sencilla razón: ese punto nº14 del procedimiento de subasta
obligaba al pago de determinadas cantidades accesorias al adjudicatario y ahí
hay que ser muy conciso para que esa persona no se sienta estafada.
Amén de disputas,
procederes judiciales y penosas respuestas de marcha atrás(tan pronto se
hablaba de dar la subasta por cerrada… para después reabrirla) se queda una
sensación de mal rollo que no ayuda ni ayudará en un futuro. Un funcionamiento
al tran,tran, a trabucazos que genera dudas a un entorno más allá del de los
aficionados y que va, especialmente, a acreedores.
El mal rollo comienza
cuando ves que el importe que va a tener que desembolsar va a ser considerable
más allá de esos 100.000 euros. Ya sólo
el tema de Hacienda o lo que venga de Europa
puede llegar a sumar más de 11 millones de euros. La primera problemática nos lleva a Hacienda,
donde tiene que retomar las negociaciones con un acreedor que, ya en julio, se
vio “toreado” por el propio mandatario herculano que, tras decir que aportaba garantías
personales, se negaba a firmar el acuerdo. Este episodio de Valencia lo habrán
visto en la AEAT como un ejemplo de poca seriedad por parte del que tanto decía
que se haría cargo cuando tuviera las acciones. Tres cuartos de lo mismo nos
lleva a los demás acreedores, que ya aprobaron un convenio que incluía ciertas
situaciones que no han ayudado(por ejemplo, la carencia de dos años por estar
en 2ªB) y ahora le piden más años de carencia para pagar. La inmensa mayoría de
acreedores, que habrán provisionado el saldo de dudoso cobro en su integridad,
pueden esperar pero también habrá otros que casi decidan que ya está bien de
tanto “cachondeo” desde el club.
Pero hay otro tema espinoso: en julio
se reclamó ante los juzgados el convenio de uso del Rico Pérez entre el Hércules
CF y Aligestión-posiblemente, viendo que el tema de las acciones se podía
resolver en un corto plazo de tiempo- con el objetivo de empezar a pactar con
el Ayuntamiento sobre un nuevo convenio. Bastaría que la decisión judicial
llegara pronto, que se pongan a negociar Ayuntamiento e IVF y que se lleve a
pleno. El problema está que el Ayuntamiento se vea con la complicación de un
club que aún no hubiese obtenido el certificado que le acredite que no tiene
deudas con Hacienda(se pueden tener pactadas vía aplazamiento/fraccionamiento y
ese certificado) porque las negociaciones con la AEAT no será nada fácil.
En resumen, cien mil euros que me
mostraron a un dirigente que va a hacer todo lo posible para alargar los
problemas y eso es lo peor que puede ocurrir a este club que necesitaba un
punto de inflexión.
Apunte. En lo
deportivo, destaca la mala suerte de Juli que, tras los problemas musculares,
acabó siendo operado por apendicitis. Aunque su rendimiento, afortunadamente,
dista mucho del de David Aganzo, la verdad es
que este episodio me ha recordado ese peculiar
contagio de paperas en una plantilla profesional.