Hace cinco años escribí este
artículo. Era el recuerdo a una fecha curiosa en el calendario
herculano porque, en ese 21 de abril, se concretaban dos victorias
ante el Real Madrid en su propia casa. La primera se logró en 1940,
la segunda en 1985. En aquella época del artículo, el equipo había
recuperado un poco las sensaciones perdidas en aquel marzo maldito y
buscaba la primera división tras trece años entre segunda y segunda
B.
Cinco años que nos han supuesto mucho
disgusto y pocas, muy pocas alegrías. Incluso, las celebraciones
acabaron siendo amargas. De este lustro, la victoria en el Camp Nou y
los cuatro goles al Atlético como únicas “gestas”. El equipo,
como ya saben acabó despeñándose hasta la 2ªB, cargado de
deudas(por mucha quita que se realizara) y con una división clara y
evidente entre su masa de aficionados, entre los contrarios a la
gestión llevada a cabo en los últimos años y los que ya miran a
ver qué sucederá en el futuro(pero no por ello, partidarios) sin
mucha esperanza. Cinco años agudizados por decisiones erróneas de
inicio y otras sobrevenidas pero que tuvieron el único resultado
lógico y no el espejismo que fue la temporada 2011/12.
Pero la historia del Hércules CF ha
sido así. Años de travesía en el desierto, años de
herculesmania(un par de años antes del ascenso hasta lograrlo) y
posterior declive deportivo, propio de vivir al día en este deporte,
sin estructura que lo sustente y a la espera de la nueva alineación
deportiva. Supongo que los aficionados herculanos, muchos que
saltaron de alegría tras el pitido final de Urízar Azpitarte en el
Santiago Bernabeu, no se podían imaginar que sólo verían tres años
de primera división, quince en 2ª división y estamos en la número
doce en 2ªB. Números claros y evidentes de una existencia deportiva
complicada, fruto de años de vivir el presente. Un triste
transcurrir que hace que victorias como las del Santiago Bernabeu
hace treinta años ( o la del Camp Nou hace casi cinco años)sean,
todavía, más valorados por tanta pena acumulada.