La verdad es que el proyecto tuvo
momentos para haber sonado la alarma pero la “suerte”(al final
mala para el herculanismo), permitía salvar malos momentos que, en
otra circunstancia, quién sabe si podía haber permitido un cambio
de entrenador con la debida antelación. El gol de Sissoko ante los
canarios, ese diciembre dorado que, al final, sólo demostró ser
hojalata pintada de oro o ese triunfo en Mallorca. Tres momentos en
los que una derrota hubiera podido significar un cambio radical como
en otros años. Momentos en los que, con todo el cariño hacia la
entidad, se hace más “bien” deseando la derrota y la catarsis
que una victoria que oculte defectos.
El descenso me duele personalmente.
Siempre he considerado que éste era un equipo “apañadete” que
no debería tener problemas para acabar entre el 8º y el 12º, en la
parte media de la tabla. Lo escribí, lo repetí pero los hechos me
han demostrado que no, que este equipo nunca estuvo bien preparado
desde el banquillo.Una preparación física lamentable(especialmente,
en el tema de lesiones musculares), una nula preparación del balón
parado o el desarrollo de las alternativa de juego han sido algunos
de los ingredientes. Ni siquiera la motivación o el orgullo de los
jugadores apareció por el terreno de juego salvo escasos detalles.
Una moral bajo mínimos sin capacidad de reacción.
Como cada fin de temporada habrá un
análisis de temporada en el que anticipo que, salvo unos escasos
futbolistas, el resto se marcha con una inmensa mancha negra y con el
deseo de una trayectoria deportiva en consonancia con este año que
alguno ha llevado a cabo.
Apunte:
Un dato curioso es que el equipo ha sumado 45 puntos en toda la
temporada...los mismos que hemos perdido en la segunda vuelta(18
puntos logrados...de 63 posibles). Un desastre de temporada en el que
son escasos los momentos de alegría, todos prácticamente en
diciembre.