Nueve goles se vieron ayer en el Mini
Estadi. Algunos fueron de bandera-especialmente, el último- y otros
de banderín,...de banderín de fuera de juego, más bien, porque
fueron anulados correctamente. Algunos fueron claros, alguno dudoso,
mas el resultado fue tan escandaloso que poco vale la pena lamentarse
por este hecho y sí considerarlo algo “anecdótico”. El partido
fue para olvidar y sólo queda esperar a una reacción de los
jugadores por vergüenza torera ante un filial que cumplió la máxima
de este tipo de equipos: o pierde o la arma y gorda. Ayer le salió
todo al conjunto blaugrana, una eficacia para destacar ante un rival
que comenzó más o menos correcto pero que se vio superado con cada
varapalo que recibía...y eso que comenzó con esperanzas, incluso
con buena valoración por el gol anulado a Assulin(“lo han anulado
pero les hemos dado un toque de atención”). El golpe que derribó
en la lona al conjunto blanquiazul-pero de amarillo ayer- fue el
tercer gol culé nada más salir de vestuarios. Eso ya cerró
cualquier esperanza de sumar puntos en Barcelona. Se preguntaban en
los medios de comunicación locales sobre la razón de no sacar
refresco tras el descanso-otras veces lo ha hecho en esa situación-
pero creo que no era justo.
La primera parte, con todo, hacía ver
que si se acertaba con el 2-1 se podía generar nervios en los
locales. No habían sido malos los primeros cuarenta y cinco minutos.
Creía en que el equipo podía reaccionar, eso sí, con algún relevo
que otro en el descanso, que pesaba esa sensación de demasiada
suerte blaugrana no podía continuar, que estamos hablando de un
equipo que había ganado los tres últimos partidos fuera de forma
clara y fácil. Sin embargo, el 3-0 cortó definitivamente la racha.A
partir de ahí, era esperar que terminara el partido. Dos goles más
golpearon a las huestes blanquiazules y convierten el cinco en un
número curiosamente aciago para Quique Hernández(Mahonés en la
92/93,Athletic de Bilbao y Sevilla en la 96/97, Xerez en la 2012/13
y, por último, Ponferradina y Barcelona B en la 2013/14) en relación
con algunas de sus derrotas abultadas). También creo que el míster
decidió no hacer cambios en el descanso porque consideraba que la
diferencia en el marcador se debía más a los méritos
blaugranas(especialmente, en la figura de Adama que superó con
creces a Peña y a Escassi) que a los deméritos blanquiazules. Al
final, con 3-0 ya se pensó más en evitar problemas de amonestados
que en jugar. El peligro herculano, aún siendo tímido, consistía
en acertar en algún pase que permitiera un mano a mano con Ortolà
que nunca llegó.
El problema del partido de ayer es que
deja un poso de evidente “Yustedependencia”. Algo normal cuando
el de Cartagena prácticamente era tres jugadores al mismo tiempo: el
que cubría la zona del centro del campo por detrás de Sissoko, el
que se iba para adelante con su poderosa zancada y, en el lado
emocional, el que daba la confianza a los de arriba para marcar goles
y a los de defensa por tener un poderoso filtrador que evitaba que
llegaran en oleadas como ayer. Hay jugadores que se nota su presencia
cuando juegan, otros cuando no juegan...y Yuste que demostró ambas
características al mismo tiempo.
Apunte. Triste es recordar, tras
la manita de ayer, que hoy hace 17 años del triunfo espectacular en
el Camp Nou con esa remontada (2-3) cuando todos dábamos por hecho
que nos caería 8 goles como al C.D. Logroñés tras ir 2-0 al cuarto
de hora. En el recuerdo, también, Dubravko Pavlicic por ser quién
inició la remontada y el fácil olvido de esa idea de rememorar al
croata el minuto 5 de los partidos tras su fallecimiento en abril de
hace dos años.