lunes, enero 13, 2014

Goles de bandera y goles de banderín.

Nueve goles se vieron ayer en el Mini Estadi. Algunos fueron de bandera-especialmente, el último- y otros de banderín,...de banderín de fuera de juego, más bien, porque fueron anulados correctamente. Algunos fueron claros, alguno dudoso, mas el resultado fue tan escandaloso que poco vale la pena lamentarse por este hecho y sí considerarlo algo “anecdótico”. El partido fue para olvidar y sólo queda esperar a una reacción de los jugadores por vergüenza torera ante un filial que cumplió la máxima de este tipo de equipos: o pierde o la arma y gorda. Ayer le salió todo al conjunto blaugrana, una eficacia para destacar ante un rival que comenzó más o menos correcto pero que se vio superado con cada varapalo que recibía...y eso que comenzó con esperanzas, incluso con buena valoración por el gol anulado a Assulin(“lo han anulado pero les hemos dado un toque de atención”). El golpe que derribó en la lona al conjunto blanquiazul-pero de amarillo ayer- fue el tercer gol culé nada más salir de vestuarios. Eso ya cerró cualquier esperanza de sumar puntos en Barcelona. Se preguntaban en los medios de comunicación locales sobre la razón de no sacar refresco tras el descanso-otras veces lo ha hecho en esa situación- pero creo que no era justo.

La primera parte, con todo, hacía ver que si se acertaba con el 2-1 se podía generar nervios en los locales. No habían sido malos los primeros cuarenta y cinco minutos. Creía en que el equipo podía reaccionar, eso sí, con algún relevo que otro en el descanso, que pesaba esa sensación de demasiada suerte blaugrana no podía continuar, que estamos hablando de un equipo que había ganado los tres últimos partidos fuera de forma clara y fácil. Sin embargo, el 3-0 cortó definitivamente la racha.A partir de ahí, era esperar que terminara el partido. Dos goles más golpearon a las huestes blanquiazules y convierten el cinco en un número curiosamente aciago para Quique Hernández(Mahonés en la 92/93,Athletic de Bilbao y Sevilla en la 96/97, Xerez en la 2012/13 y, por último, Ponferradina y Barcelona B en la 2013/14) en relación con algunas de sus derrotas abultadas). También creo que el míster decidió no hacer cambios en el descanso porque consideraba que la diferencia en el marcador se debía más a los méritos blaugranas(especialmente, en la figura de Adama que superó con creces a Peña y a Escassi) que a los deméritos blanquiazules. Al final, con 3-0 ya se pensó más en evitar problemas de amonestados que en jugar. El peligro herculano, aún siendo tímido, consistía en acertar en algún pase que permitiera un mano a mano con Ortolà que nunca llegó.

El problema del partido de ayer es que deja un poso de evidente “Yustedependencia”. Algo normal cuando el de Cartagena prácticamente era tres jugadores al mismo tiempo: el que cubría la zona del centro del campo por detrás de Sissoko, el que se iba para adelante con su poderosa zancada y, en el lado emocional, el que daba la confianza a los de arriba para marcar goles y a los de defensa por tener un poderoso filtrador que evitaba que llegaran en oleadas como ayer. Hay jugadores que se nota su presencia cuando juegan, otros cuando no juegan...y Yuste que demostró ambas características al mismo tiempo.


Apunte. Triste es recordar, tras la manita de ayer, que hoy hace 17 años del triunfo espectacular en el Camp Nou con esa remontada (2-3) cuando todos dábamos por hecho que nos caería 8 goles como al C.D. Logroñés tras ir 2-0 al cuarto de hora. En el recuerdo, también, Dubravko Pavlicic por ser quién inició la remontada y el fácil olvido de esa idea de rememorar al croata el minuto 5 de los partidos tras su fallecimiento en abril de hace dos años.