Tres puntos de oro ha sumado el Hércules en el día de ayer. Una victoria que, como indica el título, sirve para quitar nervios de cara a próximos encuentros: un mal resultado comenzaría a provocar nervios cuando espera un Albacete y un Tenerife en próximas semanas; otro discreto haría que la gente fuera al Rico Pérez con unas pocas dudas por solventar; por el contrario, la victoria, sin llegar a la euforia, sirve para afrontar al equipo de Calandria con algo más de confianza y eso redunda en un juego con más seguridad y que suele acabar con unos mejores rendimientos. Es la denominada inercia; no tiene que ver tanto con las cifras numéricas sino con trayectorias. De la victoria ante el Granada 74-ex Ciudad de Murcia- hay aspectos positivos y negativos; dentro de siete días se verá si es creíble o no dicha mejora pero, por el momento, el trabajo se podría realizar más tranquilamente. Es lo que suele ocurrir en clubes con ciertas obligaciones, donde el resultado acaba estando por encima del juego.
De los aspectos negativos se percibe uno inquietante: les cuesta mantener la puerta a cero, es más llevamos cuatro goles recibidos en dos encuentros. Con todo, es una cifra que, aún siendo preocupante en el afán de mejorar esa faceta, esconde dos penas máximas dudosas pitadas en contra del Hércules: dos penas máximas que hubieran podido dejar al equipo con sólo dos puntos en dos encuentros; afortunadamente, el tanto de Diego Jaume Favaro desequilibró el partido y dio los tres puntos a los de Andoni Goikoetxea mas sería peligroso quedarse en estos dos penas máximas sin observar qué pasa para llegar a esta situación. Con todo, esa situación se disipará en cuanto Sergio Fernández y Llera acaben conectando y formen una pareja difícil de superar. En el aspecto positivo habrá que destacar tres facetas a valorar: facilidad para marcar goles(5 goles en dos encuentros), que ningún jugador ha repetido- puede destacar el hecho de que la plantilla tiene gol y no depende de nadie para marcarlos- y, por último, que cuatro de los goles vienen de las jugadas estratégicas a balón parado. Para ello cuenta con un jugador como Llera, que tiene facilidad para ir al ataque. Esas jugadas tienen la virtud que, en ocasiones, no tiene una jugada colectiva: sirven en muchos encuentros para lo que, vulgarmente se dice “abrir la lata”; es decir, en encuentros con rivales echados para atrás y a los que no es fácil hacer ocasiones. Una vez por delante, la propia defensa rival acabará facilitando subconscientemente las siguientes oportunidades. Con todo, lo importante es no permitir que los pies dejen de tocar suelo: aún habiendo cosas que mejorar, las victorias pueden acabar ayudando a que se consoliden las ideas.
Apunte Dos partidos, dos escándalos del colegiado Pino Zamorano. El trencilla siguió en Eibar esa estela que le hizo brillante acreedor al descenso de categoría y sigue optando a alcanzar mayores cotas de ridículo. Otro aspecto es el flojísimo nivel del arbitraje español. Pero bueno, ellos se contentan de que, según ellos, fuera de las fronteras españolas se les valora pero ya se sabe: el tuerto es el rey entre los ciegos.