Una vez producido el cese de Bordalás y habiendo pasado ya una semana de espera, quiero comentar algo sobre el vestuario de un equipo. Siempre se achaca al técnico cesado- con ello generalizo, no me refiero a Bordalás en especial- que ha dividido la plantilla, se ha criticado que el trato personal ha ido a peor, etc. La verdad es que cuesta encontrar el equilibrio que permita que un vestuario no se vaya a pique. Ambas opciones que voy a comentar están en los extremos pero nos va a permitir jugar a encontrar cuál sería el punto idóneo para que un vestuario no se eche a perder: por un lado está la apuesta por las rotaciones; por otro lado está la idea del técnico por apostar por un once tipo y las variaciones, en este caso, son mínimas. El problema se acentúa cuando el nivel de partidos es menor(las opciones de jugar son mínimas en cuanto un equipo modesto cae de buenas a primeras en la Copa del Rey y no hay más partidos que los de liga), la presencia de jugadores conflictivos, etc.
La primera opción son las rotaciones de jugadores. El objetivo principal es que los jugadores no se sobrecarguen de partidos. En sí, es una idea con sentido común pues permite que los mejores jugadores lleguen al momento decisivo en un estado de forma óptimo; además, aumenta la participación de otros jugadores. Los inconvenientes surgen por varios motivos: que haya un escalón grande en la calidad del titular con respecto al suplente- lo que provoca que el entrenador tienda a mantener a los buenos en el once a costa de no darles el necesario descanso-, que no se explique correctamente a los jugadores que no hay nada en contra de ellos sino en bien del equipo(por ejemplo, los problemas que tuvo Irureta en el Deportivo con Tristán y Djalminha). Algunos jugadores tienden a ser egoístas y manifiestan a las claras su enfado por ser relegado en el banquillo; lo peor puede venir si el técnico decide frenar el cabreo colocándolo en el once pues habrá logrado que el presunto titular ya se muestre desconfiado hacia el técnico y el jugador que protesta. La segunda opción apuesta por mantener un once casi fijo que vaya cogiendo un sistema para acabar jugando de memoria; sin embargo, los inconvenientes son más grandes pues el entrenador tiene media plantilla mosqueada a poco que observe que no hay cambios sustanciales cuando las cosas van mal. Además, puede acabar mal pues el estado físico puede causar problemas por agotamiento cuando hace falta mayor rendimiento. Obviamente, hay diferentes variedades dentro de estos extremos. Aparte queda el tema del portero suplente o tercer portero ya que es un puesto tan especial que muchos son los que acaban con el cero en el casillero de partidos jugados. El año pasado, David Valle lamentó que Mandiá no se dirigiera a él en ningún momento; otros jugadores criticaron esa actitud del técnico gallego. Lo que sí está claro es que cualquier técnico puede ver que su vestuario se ha roto: hoy por hoy, es difícil encontrar un conjunto en el que no haya división pues los que juegan quieren seguir haciéndolo y los que no, quieren conseguirlo por las buenas(trabajando a destajo en entrenamientos) o por las malas(rajando en ruedas de prensa o delante de informadores, lamentando que no se le da las oportunidades justas).
Apunte Otra cuestión es como hay jugadores que tienen una trayectoria regular hasta llegar a un sitio, digamos el Hércules, realizan un año para olvidar y cuando dejan Alicante vuelven a rendir de manera sobresaliente. Dicho comentario va por Tortolero, de quien se dice que está realizando un buen inicio... a diferencia del año pasado.