Cuando el árbitro pitó el descanso en la final de la Champions League nadie del Liverpool podría soñar con ver a su equipo levantar la Copa. El dramático 3-0 parecía excesivo para soñar con un título que se escapaba para unos, que se acercaba para otros. Desde entonces, es una final mencionada por aquellos que no quieren vender la piel del oso antes de cazarlo y por aquellos que dicen que "Hasta el rabo, todo es toro". No voy a negar que era un artículo que tenía pensado en función del resultado y que, salvo un empate, lo hubiera publicado si se hubiera ganado o perdido. El buen juego, la eficacia, la destreza e, incluso, la inocencia de un ex canterano como Gonzalo acabaron con un 1-3 que nos acerca hacia la 2ª División A tras seis años de miseria futbolística. Pero la cautela es obligada. El oso está muy malherido, se está a punto de echarle la red pero se debe extremar la seguridad puesto que puede intentar revolverse, si bien es difícil por la andanada recibida.
El resultado es óptimo pero más lo es el juego desplegado y observar como hay jugadores que han llegado al mejor momento de la promoción. Se observa que la confianza es plena como lo demuestra ese gol de Cámara, ese intento de Jordi Martínez de repetir un gol parecido o la parada de Butelle, que impidió el empate y dejó tocado al equipo local. En ningún momento decayó el nivel de juego y eso se prueba en los resultados de este último mes. Ahora, la confianza de los jugadores se une a la euforia de la afición al observar que todos los marcadores del último año y medio en el Rico Pérez pondrían al equipo en la categoría que, como mínimo, deben permanecer. Sólo una debacle, que nadie quiere mencionar, nos podrá privar de ver a los Elche, Valladolid, Levante, Albacete o Almería y será preciso que la afición disfrute pero esté alerta, aunque el equipo madrileño parezca muerto. Con la evolución del encuentro ya podrán celebrar esa fiesta del ascenso que tanto hemos merecido por tanto sufrimiento y humillaciones.
Apunte Chapeau por esos cerca de dos mil herculanos que acudieron a Alcalá. Como decía un jugador de un equipo "X", que jugaba una final importante, "no podemos fallar a esta gente". Ese es el verdadero sentimiento que tiene un jugador cuando ve el esfuerzo de su afición por apoyarlo en estos momentos. Sólo los hechos del final del partido oscurecieron la fiesta.