jueves, octubre 26, 2006

La grandeza impone


Esa es la única valoración digna para comentar lo ocurrido ayer en los diferentes estadios donde se juega esta ronda de una competición devaluada. Empezó mal con los escasos cinco mil espectadores en el Calderón y acabó con un feudo como el de San Pablo, en tierras sevillanas, donde el Madrid no colgó el cartel de no hay entradas. La grandeza se ha impuesto en muchos campos por unas vías nada deseables y que consiste en una forma de actuar de diversos sujetos que tienden a encauzar los partidos... en vez de arbitrarlos. No es la primera vez que escribo sobre los trencillas pero lo acontecido ayer en Alicante va un paso más allá: ver una animadversión hacia el equipo inferior, una tendencia de ayudar al equipo grande como si este necesitase la mano del árbitro para desquitarse de un equipo inferior. Poco vale el esfuerzo denodado por vencer al de superior categoría, poco vale pensar en gestas- gracias a la inoperancia de quien decidió eliminar el partido único, en cualquier momento el colegiado decidirá a favor del equipo grande. Si hay una característica que da razones a los que creemos que la profesionalización no arreglaría el arbitraje, esa se llama mezquindad. Un juez, decidiendo así, hubiera sido denunciado por prevaricación, acusación grave para quien ha de decidir, mas el árbitro sabe que no le pasa nada por un mal arbitraje. El de ayer se une al de Vallecas y alguno más que pasaría inadvertido bajo un resultado claro(por ejemplo, el gol en claro off-side de Gudjohnsen en Badalona). Lo triste es que el Real Zaragoza no merecía que alguien ajeno a su club intentase decidir en beneficio del equipo maño en las cosas más nimias: ausencia de criterio a la hora de decidir qué falta recibe amonestación y cuál no, fueras de juego que no son en un equipo y dudosos o validados para otro club. Peor aún, la sensación de que todo lo que ocurriera en el terreno de juego sería juzgado de otra manera de haber sido otro el infractor.

Aparte del tema arbitral, queda hablar del partido como tal. Como se anticipó en el artículo del martes pasado, era previsible que el equipo, motivado por el nombre y prestigio de su rival, iba a salir al terreno de juego con afán de dar una alegría al aficionado. La primera parte fue, sin duda, la mejor: el Hércules tuteaba al equipo de Víctor Fernández hasta el punto de adelantarse y haber tenido un par de posibilidades claras para elevar el marcador a un 2-0 imponente; pero el equipo maño también jugó y tuvo sus ocasiones porque la calidad de los Milito, Ewethon o D'Alessandro obligaba a dar sensación de miedo a medida que se acercaban a la meta defendida por Agassa. La segunda parte fue más aburrida y apenas hubo momento para pensar en algo más. La jugada que supuso el empate a uno, los cambios realizados, jugar en inferioridad numérica fueron suficientes razones para acabar aplaudiendo un resultado que acabó siendo justo. La única pega a semejante comentario reside en esa sensación de que, tras el empate logrado por D'Alessandro, ambos rivales habían firmado la tregua y se tomaron un cuarto de hora final considerablemente anodino: Miguel apenas tocó el balón mientras Agassa apenas tuvo sustos. La competición liguera pasó por la mente de los jugadores y reservaron el esfuerzo final para el próximo sábado ante el Alavés, bastante más importante que un partido como el de ayer, más dedicado a los aficionados que acudieron al estadio, la mayoría fieles de la negra etapa en 2ªB. Fue un partido para sentirse y volver a recordar aquellos días en los que la Primera División se paseaba por el Rico Pérez.

Apunte No es una lección como tal pero hay una especie de norma no escrita que no aconseja realizar las sustituciones en momentos de necesaria concentración "punta"(jugadas a balón parado) pues puede producir despistes. Por ejemplo, cierto equipo cuyo entrenador sacó del campo a un jugador de ataque para colocar a un defensa, segundos antes de lanzar una falta el rival; falta, por cierto, que acabó en gol decisivo. Lo mejor era haber esperado a hacer los cambios cuando la falta se hubiera ejecutado. Tanto en un caso como en otro.