El
pasado miércoles, durante el programa de COPE Deportes local, el
periodista Juan Francisco Millán hablaba de pulsos entre Planagumà
y Javier Portillo y que podrán escuchar vía Ivoox o en la cuenta
twitter. Todo vino a cuenta del enésimo jugador que salió del club
con palabras críticas contra el director deportivo. Eso llevó a un
comentario que me dejó con un debate interno. ¿Entrenador o
mánager?Está claro que el mánager es una figura que tiene su
importancia en Inglaterra, donde es habitual que tengan más
recorrido en los clubes, ya que el entrenador abarca los dos roles:
entrenador y director deportivo. Una especie de “Juan Palomo, yo me
lo guiso, yo me lo como” en el que él mira los jugadores que
quiere fichar-mirando a corto y medio plazo-, incluso da los primeros
pasos de negociación y también entrena. Eso implica que los
jugadores vienen por el gusto de quien entrena. Por el contrario, la
figura del entrenador y la del director deportivo me deja, a veces,
una sensación de poca comunión y que tiene como referencia la frase
que dejó Rafa Benítez, en su paso por el Valencia CF y que dijo «He
pedido un sofá, y me traen una lámpara». Es difícil encontrar una
conexión entre el entrenador y el director deportivo comenzando por
el simple hecho que el entrenador mira a corto plazo y el director a
medio y largo plazo. El director puede apostar por un joven valor y
el entrenador considerar que no le sirve-ahora mismo sí se pone en
valor el fichaje de Ødegaard
por el Real Madrid en
2015-, o que el entrenador considere que necesita x jugador para
arreglar una zona complicada. El entrenador requiere de una plantilla
que permita buenos resultados y le permita cumplir su contrato porque
esa es la principal diferencia con el director deportivo: si las
cosas van mal, cae el entrenador pero tiene que ir muy mal para que
caiga la figura del que está más arriba.
Es
difícil saber qué ocurrió en las siguientes horas a lo de
Ponferrada, a lo de “necesita otra energía”, sobre el estado de
la relación deportiva del entrenador con el director deportivo con
el tema de las renovaciones pero también otros asuntos menores en el
que destacaría el del delantero Jona-está por ver si el entrenador
lo pidió expresamene o quiso que le ficharan “un 9”- y que pasó
desapercibido la temporada pasada(582' en 17 partidos). Decía hace
poco que entendía la decisión de los dos que llevan el tema
económico de renovar a Planagumà, visto lo ocurrido en las
temporadas 2016/17(dos entrenadores), 2017/18(tres entrenadores) y
2018/19(un entrenador y final por el ascenso), el esfuerzo por
renovar varios jugadores como Alfaro(y fichar a su hermano), Pablo
Íñiguez y, a duras penas, Samuel. Sin embargo, lo que no pudieron
controlar fue ese entorno que logró crear un ambiente suicida desde
el segundo partido amistoso de pretemporada, mirando con lupa, no
dejando que el entrenador pudiera realizar su labor de pruebas con
tranquilidad. Que la pretemporada haya sido más corta que la pasada
algo tiene que ver pero, sobre todo, el pésimo ambiente. De hecho,
se esgrime que el Atlético Baleares va líder con una pretemporada
similar(incluso peor )
sin que Mannix Mandiola tuviera parte del público en contra, como sí
le pasó a Planagumà. No niego que el anterior entrenador tuviera
parte de culpa con no querer mantener algún que otro jugador en la
plantilla(por Chechu) o por querer dar la baja a Juli, sí o sí. Es
lo que tiene los pulsos entre un entrenador y un director deportivo.
Un
tema anexo es sobre a quién corresponde el fichaje de un jugador.
Suelo tener una máxima, una presunción, “si el jugador ha estado
con el entrenador en otro equipo, la petición es suya”. Siviero
tuvo a Juanjo Nieto en el Atlético Baleares, Planagumà tuvo a
Íñiguez y, de esta temporada, a Ualaloca y Felipe Alfonso-aunque
también le corresponde al director deportivo un seguimiento sobre el
jugador y no ficharlo sin más-, respecto a los demás, se supone que
el entrenador da el visto bueno al fichaje del director deportivo.
También tengo la sensación que el año pasado pudo tener la ayuda
de Quique Hernández en la dirección deportiva, de hecho se les vio
juntos en varios encuentros.
¿Debe
dimitir Portillo? Me deja dudas porque sería un terremoto. Partamos
desde un punto principal, su posición está más blindada que la de
otros directores deportivos y, únicamente, su decisión puede ser de
marcha -muy raro- o que acepte que alguien esté por encima de él en
la dirección deportiva. Se retiró del fútbol por consejo ajeno y,
quién sabe, se le haga saber que lo suyo tampoco es lo de mirar
jugadores y sí otra faceta dentro del organigrama deportivo. Si la
decisión es de marcha, quizás en febrero deba entrar ya otro
director deportivo pero, insisto, está blindado hasta que él
quiera, prácticamente.
Apunte.
Independientemente de lo que pueda ocurrir, leer que el presidente
del Villarreal CF sí quiera jugar “como local” en Miami hace que
el enfado sea mayor. Dice a las claras que la “batalla” se tiene
que emprender solos.