jueves, enero 22, 2015

Estado de nervios




En los últimos días estamos asistiendo a un curioso pero triste espectáculo acerca del estado de nervios en la entidad blanquiazul y, digámoslo, el entorno (aficionados, medios de comunicación). Los resultados últimos, añadidos con un bajón en el juego, han puesto la cabeza de Pacheta en ese punto más parecido a lo que, en su día, comentó Enrique Carratalá al respecto de Felipe Miñambres, una especie de “ultimátum perpetuo” que, al final, se llevó al maragato fuera del banquillo. En el caso del técnico burgalés, la situación es parecida. Incluso ganando al conjunto setabense el próximo domingo, un mal resultado ante el filial ilicitano volvería la tormenta.

Respecto a José Rojo, “Pacheta”, siempre he defendido su contratación. Me parece un buen técnico pero, a día de hoy, casi creo que lo mejor es su marcha. Ya llegó “crucificado” en junio por buena parte de la grada. Unos preferían a Manolo Alfaro, otros le achacaban una supuesta bajada de pantalones por aceptar al delantero cuyo nombre no hace falta mencionar. Pero la cruz estaba ahí. Casi para su salud mental, lo mejor es cesarlo, o bien, darle la continuidad que, por ejemplo, le dieron a Andoni Goikoetxea de forma pública. Lo peor, sin duda, es permitir que su puesto esté en manos de futbolistas porque eso crea un estado que nada favorece a nadie. Sí, puede darse la reacción de las victorias con Miñambres pero en el fútbol, lo normal, es un aquelarre en el que los partidarios del técnico estén como flanes y los resentidos jueguen a un estilo que recuerde al de Héctor Font el día del Real Murcia(pase a un rival para el 0-1 y, para rematar la faena, 1-2 en propia puerta). En esa situación, la derrota llegaría tarde o temprano y, con ello, la cabeza del entrenador.
El estado de nervios, aún entendiéndolo por las urgencias del ascenso, es un error que lleva arrastrando años el club. Las prisas por subir suelen ser contraproducentes. Hay equipos que tienen ese “toque” que les permite subir a las primera de cambio (Racing de Santander bajó dos veces a 2ªB y subió al año siguiente, el Real Murcia subió en dos ocasiones al año de bajar a 2ªB) pero otros hay a los que un descenso supone un lastre continuado. Por ejemplo, el Cádiz lleva cuatro años intentando salir del pozo y, en tres promociones, la mala suerte o el ridículo los han dejado fuera del ascenso. Ese estado se instaló en el Hércules y su entorno desde el descenso y eso se percibe en cada batacazo, como si el ascenso se lograra en septiembre, octubre o enero…en vez de mayo. Es cierto que la situación económica no es la misma de subir o no subir, pero poco va a servir si ayudamos, entre todos, a crear un pésimo ambiente que atenace a los que nos deben subir. Tenemos dos recuerdos amargos de “temporadas de urgencia” que nos llevaron a un lustro (1988-1993) y a seis años más de purgatorio (1999-2005) en 2ªB como para saber que se sube con ilusión y no con nervios. 

Apunte. La baja de Pardo debe reflejar un mar de fondo considerable, como si Pacheta no le perdonase el modo de salir que tuvo el jugador en el encuentro ante el Lleida y que implicó una tarjeta a destiempo y el cumplimiento del ciclo. Desde entonces, la presencia del central ha sido testimonial(el único partido completo fue porque Alex Muñoz había cumplido ciclo ante el CD Eldense y dos salidas de escaso minutaje). Ahora queda ver cómo se arregla el tema de la zaga, aparte de bajar a Fran González como central.