Fue un bombazo durante el transcurso de la Asamblea del Real Madrid.
Se trataba “sólo” de aprobar las controvertidas cuentas del ejercicio
2013/14 (además del presupuesto de esta temporada) pero se mencionó la
posibilidad de renombrar el estadio Santiago Bernabéu con el añadido de
“Abu Dhabi”, lo que depararía para el club una suma mareante (un total
de entre 450 y 500 millones de euros por veinte años).
Cual globo sonda, Florentino Pérez probó a defender una propuesta que
haría más potente todavía al club madridista pero con reservas, pues le
preocupa la opinión de los socios y les quiere dar voto, quizás para
que las “culpas” a un hipotético “sí” se diluyan.El nombre de Santiago
Bernabéu es mítico. Esa es la diferencia con el Allianz Arena de Múnich o
el Emirates Stadium de Londres, estadios construidos y nombrados al
instante. En España ya tenemos los ejemplos de Son Moix (Ono Stadium e
Iberostar), El Sadar (Reyno de Navarra) o el recientemente bautizado
Power 8 en el estadio del R.C.D. Espanyol de Cornellà-El Prat.
¿El dilema? se lo pueden imaginar: ¿cuál sería la decisión de los
socios del Hércules si una empresa decidiera renombrar el estadio José
Rico Pérez y ofreciera, por ejemplo, 25 millones de euros en cinco años?
Todo ello en un escenario donde el estadio no fuera propiedad de su
actual dueño. Está claro que en una Sociedad Anónima Deportiva, el
dilema no tiene lugar sentido porque las acciones son las que definen la
decisión…, pero en las redes sociales se hablaría y mucho sobre esa
decisión.
Está claro que habrían grupos claros y evidentes: los que dirían que
el nombre es sagrado y que no lo puede mancillar una empresa. Ya saben:
el “odiado fútbol moderno”. Luego, estaría otro grupo que no sabría
definirse, porque lo ético les diría una cosa (que no debe tomarse por
dinero una decisión como esa, relacionada con la identidad) mientras lo
práctico les indicaría que es un dinero que vendría bien (tanto si el
propietario fuese el club como si estuviésemos en una situación
intermedia en la que el estadio fuese de propiedad pública, por ejemplo
“autonómica”), bien para el club o para el mantenimiento del estadio
(que, en el caso del Rico Pérez aún está por ver si todas las mejoras
realizadas en 2010 fueron efectivas y, aún así, es una instalación que
precisa de revisiones periódicas de su estructura). Sobre el tercer
grupo, el partidario de que “todo dinero es bien recibido”, no es
necesario definirlo. No voy a negar que formo parte de este grupo
dividido entre la ética y “lo práctico”. Es el dilema entre la ética y
la necesidad imperiosa del maná venido del cielo.
Apunte Ya se va cercando el tema de la corrupción en el fútbol con el asunto del Levante UD.-Real Zaragoza de la temporada 2010/11. Un caso más grave que el de las apuestas y en el que se ha dejado entrever movimientos de cuentas de los jugadores de ambos equipos.