jueves, septiembre 09, 2010

De Les Corts al Camp Nou III

El espíritu de 1997

Aquel partido nos mostró a un Hércules que, en principio, recordaba al de otros desplazamientos de aquel tortuoso paso por la primera división pero que, bien sea por la relajación local-extraña si pensamos que habían saldado otros encuentros con una mayor ventaja-, bien porque los jugadores de Quique Hernández empezaron a "creer" cuando sus llegadas al área de Victor Baia comenzaban a crear quebraderos en la zaga local. El Hércules post 2-0 comenzó a funcionar y sus jugadores fueron creciendo con confianza: fue un placer ver como Nemanja Miljanovic secaba toda intentona de un Luis Figo por entrar en el área herculana, disputando quizás su mejor encuentro a la par que Sandro Laranjeira o un Gabriel Amato que destacó en ambos partidos ante los de la Ciudad Condal. La primera llegada del argentino Amato fue el pistoletazo;fue ver los jugadores que el área local podría ser un terreno sin dificultades para comenzar a pensar en que era posible entrar en el partido. Pavlicic marcó en una jugada a balón parado y Visjnic marcó un gol de tiralíneas, con Alfaro y Rodríguez como último asistente del balón del empate, en el que los tres jugadores estaban dentro del área grande moviéndose como Pedro por su casa. En el vestuario se empezaría a vislumbrar ese espirítu del titulo, cuando los jugadores ya tuvieron la seguridad de que, con la suerte como aliada de los últimos instantes, era posible sacar algo positivo del Camp Nou. De la salida de vestuarios y primeros minutos tenemos el tanto de Eduardo Rodríguez, ese mítico 2-3 que ha sido de lo poco salvable de aquella temporada. Cuando cualquiera daba por hecho que el club blaugrana con sus futbolistas millonarios daría la vuelta al marcador mas el once blanquiazul estaba a años luz del que había jugado en los anteriores diez encuentros con resultado de derrota. Se vieron con fuerza para responder las acometidas locales hasta el punto de convertir al club blaugrana en un conjunto atenazado y precipitado.

Aquel partido sirvió y, creo, servirá para pensar en positivo incluso con un marcador en desventaja como aquel aunque, supongo, Josep Guardiola concienciará a sus futbolistas para no caer en errores para ellos como los de aquella noche. Hablar de aquel F.C.Barcelona es nada comparado con el actual: aquel, a pesar de tener a Ronaldo o a Figo era bien intermitente-aunque sumaron 90 puntos en aquella temporada la sensación es que tiraron la liga ante el Hércules, el Real Valladolid, el RCD Espanyol, etc- mientras este conjunto lo veo más compacto, con menos posibilidades de cometer errores que aquel: Si Valdés es un valladar, la línea más problemática es el centro del campo con el potencial que disponen tanto para robar balones como para surtir a Villa o a Messi de ocasiones de gol. Ante ellos, el Hércules CF va a tener que realizar un trabajo intenso en la zona media para limitar dichas ocasiones y que la zaga se muestre menos precipitada que el día del Athletic de Bilbao; en la delantera, ya se sabe, aprovechar cualquier esférico que llegue arriba porque no habrá tanta facilidad para marcar. Por lo tanto, el primer paso es intentar ser superiores en el centro del campo.

Ahora viene la gran pregunta:¿Y la actitud?. Se debate sobre si es peligroso dar por hecho la derrota pues puede caer una goleada...tan fuerte como ir a pecho descubierto. Ir con mentalidad derrotada puede sonar a dantesco pero hay otra expresión que la gente sí acepta aunque signifique, en el fondo, lo mismo: no tener nada que perder. Es cierto que una derrota abultada no es beneficioso, tampoco tiene significado de "vayamos a descender", pero lo importante es que el equipo salga a luchar cada esférico y no permitir fallos de concentración. Ante todo, se necesita mucha paciencia con el juego blaugrana. Si no hubiéramos ganado hace trece años estaríamos hablando del espíritu de Arsenio Iglesias y sus tres empates consecutivos. El encuentro de 1997 sirvió para demostrarse que, si se cree, se puede alcanzar buenas cotas...aunque luego la derrota en San Mamés nos devolviera a la realidad.