A veces, suele ocurrir que un fichaje ilusiona pero su trayectoria defrauda; la gente se preocupa y se pregunta qué sucede para que el jugador no rinda como lo hacía en el equipo de donde procedía; esas dudas, esas críticas se convierten en sorpresa cuando el jugador, ya en otro equipo, volvía a su anterior rendimiento con lo que el paso por dicho equipo se convierte casi en un absoluto agujero negro en su trayectoria. Mucho son los casos y enumerarlos sería largo y costoso. En el Hércules se podrían citar jugadores como Redondo(que había jugado 59 partidos en primera con el Sevilla, 33 completos y 44 saliendo como titular) que no muestra en el Hércules lo que se supone que es capaz de hacer; otro jugador sería Amato- el argentino tuvo que aclimatarse en Alicante y cuando ya lo estaba, comenzó a jugar en el Mallorca-. El otro día, por ejemplo, observaba como dos jugadores del Terrassa- Tarrés y Navarrete, víctimas ambos de Sisi- volvían a ser lo incisivos que eran antes de venir al Hércules. Obviamente, esto no es patrimonio del Hércules, muchos casos son inexplicables. Por ejemplo, Vitor Baía no demostró en el Barcelona lo buen portero que se decía que era, Munitis no fue en el Madrid ese extremo peligroso que se esperaba, etc. La última página la estamos viviendo sin saber el futuro del jugador: a Aaron Galindo, procedente del Cruz Azul e internacional con Méjico, no le salen las cosas bien en el Hércules, sin embargo, el Nàstic solicita su incorporación en el mercado de invierno; los aficionados defensores del central preguntan a sus detractores si es tan malo el jugador para no jugar y que un equipo de primera se interese a pesar de ello. Muchos aficionados pueden recordar otros tantos casos.
En sí, es difícil explicar semejante paréntesis de un jugador cuando está en una entidad y luego volver a recuperar su nivel original en otro club. En un principio, influye la trayectoria del equipo- quizás Amato hubiera rendido más si el Hércules no hubiese bajado en esa 96/97- ya que, cuando las cosas van mal, muy pocos son los que rinden y éstos suelen ser los veteranos pero no así los fichajes nuevos; otra opción sería que el jugador no se ha encontrado a gusto en una ciudad y eso se percibe en un juego más anodino, sin exponerse; la falta de confianza en un momento dado también influye en que un jugador no rinda- todos daban por hecho que Tarrés iba a ser el titular pero no fue así y fue perdiendo ritmo de competición hasta darle la seguridad absoluta de la titularidad al menudo extremo manchego- ; a veces, es el propio jugador quien empieza bien pero se le va pegando la inercia de sus compañeros hasta dejar de ser el jugador que fue al principio. También existe la posibilidad de que sea el propio entrenador quien "logre" que el jugador no rinda desubicándolo porque su puesto está bien cubierto por otro jugador, descentrándolo con rotaciones que le hacen perder el ritmo si es un jugador que, en otros clubes, era asiduo a los once. Otro factor que suele pesar en esos jugadores es la presión ambiental que no suele valorar lo bien hecho pero que es cruel si no se hace bien; sea en el aspecto herculano(Tarrés) o en general(Munitis), su procedencia suele ser modesta(normalmente son jugadores estrella en sus clubes), su presencia en un club de mayor realce no es todo lo deseada bajando su rendimiento; por último, regresar al equipo de procedencia(Racing, en el caso del extremo cántabro) o similar(Terrassa vs. Sabadell en el caso del interior diestro catalán) hace que recuperen el nivel. Para desgracia de algunos jugadores, dicho paso es más terrible pues no logran recuperar el nivel que tuvieron en su día. Tal sería el caso de Farinós o Mendieta en su estancia en el club ché, siendo el paso por Italia lo que hizo bajarles el nivel y la fama ganada: Farinós está en el Hércules porque él lo prefirió, Mendieta en un equipo innombrable de la parte media-baja de la Premier League inglesa. En sí la pregunta sería :¿cuál debe ser la actitud de la afición respecto a dichos jugadores? De su respuesta se podrá vislumbrar posibilidades para recuperar el mejor nivel del fubolista.
Apunte Cuando las cosas van mal, pueden ir peor: la pelea entre dos compañeros en un entrenamiento no es un ejemplo edificante de lo que es intensidad sino nerviosismo de ver que no cambian las cosas. Si, encima, la agresión acaba como el agredido en el quirófano, peor aún.