Es el dilema que siempre ha perseguido el fútbol desde sus albores: la belleza plástica contra el fútbol práctico, el toque con mimo frente al juego especulativo. Aparte de la tradicional evolución del fútbol a favor de la última tendencia, quizás promocionada por el fútbol modesto- consciente de que ganar a los grandes exigía mayor presencia defensiva-, es una cuestión que siempre acompaña a un entrenador a lo largo de su carrera: si plantea un fútbol sin rigores defensivos en pro de un mayor nivel ofensivo se le elogiará; si plantea un fútbol encorsetado con mayor preocupación por defender y aprovechar sus oportunidades no será valorado. En caso de verlas venir bien, no habrá ningún problema mas si es al contrario, el entrenador del juego bonito posiblemente no estaría en la cuerda floja pero sí lo estaría el mister "resultadista", al que su único punto de salvación le fallaría: el resultado. Una polémica que, incluso, tiene sus apellidos de referencia: Bilardo vs. Menotti. Porque allá en Argentina es donde esa disyuntiva se ha potenciado por el carácter extremo de sus protagonistas. En España, los "menottistas" serían Valdano, Víctor Fernández, Schuster, Rijkaard, Juande Ramos mientras los bilardistas serían Capello, Clemente, Mané, Irureta,etc. En el punto medio estarían otros como Aguirre, Manzano o Vázquez que reúnen características de ambas opciones futbolísticas.
En el caso del Hércules ese dilema se ha ido conformando a medida que pasan las jornadas. Los buenos datos que nadie puede negar(18 puntos en 10 jornadas)han servido poco para que bastantes aficionados herculanos esgriman que el juego, especialmente fuera del Rico Pérez, no ha sido todo lo brillante que se espera- nadie lo hace en esta categoría igualada- y que con esa forma de jugar se ganó de forma más fortuita que otra en Chapín. La otra gran masa herculana opina que lo importante son los resultados: se ha ganado a un equipo que, aún en una racha negativa, tiene capacidad de sobra para ganar partidos y además sin recibir gol. ¿El fútbol bonito o el fútbol práctico?. Por momentos, cada uno. Ningún equipo es superior a otro y sólo un incidente como las expulsiones pueden desnivelar de forma contundente un resultado igualado. En una categoría tan igualada se tiende a valorar el empate como mal menor- "mantener la portería a cero y aprovechar la ocasión o, si no, sumamos un punto"- con lo que las alegrías ofensivas se dejan para mejor momento. Además, otra circunstancia a valorar es que la proximidad de los puestos de abajo obliga más a asegurar que a apostar por el ataque; Uribe llegaba con el equipo en puestos de descenso y lo ha colocado en una situación mejor. Los partidos no son un prodigio de interés futbolístico pero es lo que hay: o puntos o buen juego. El "jogo bonito" llega por otro factor importante: la confianza de los jugadores en sus posibilidades, lo que hace que apuesten más por "inventar", tener una seguridad de que pueden sacar adelante los partidos y, de forma indirecta, la sensación que tiene el rival de que somos inexpugnables. Para un ascenso o una brillante clasificación hay siempre una buena racha en la que coinciden partidos inolvidables. Sólo en este momento es cuando el "jogo bonito" aparece sobre el terreno de juego y que tanto anhela la afición.
Apunte Ocho goles encajados en once encuentros es lo que lleva Aragoneses en esta temporada. Buena marca para alguien que se merece los honores de la victoria del domingo pasado tanto como Moisés.