martes, junio 06, 2006

Dos mundos opuestos

Como siempre se ha dicho, las personas son un mundo en sí, no hay dos iguales aunque, a veces, se parezcan. El viernes pasado, como es sabido, hubo una pelea entre Carlitos y Sergio Fernández durante el entrenamiento. Unos días después, la noticia era el (merecido) trato hacia un jugador y hacia el otro. Mientras que el central tiene vía libre para salir temporalmente de la disciplina herculana (aunque volverá por su cuenta si Schiavi no logra que le quiten la injusta tarjeta roja mostrada el domingo pasado) para ayudar a su hermano, el delantero sevillano tiene más de pie y medio fuera del Hércules, anunciado por él en el vestuario. El rendimiento de un jugador y otro es el mejor ejemplo de la diferencia entre "nombre" y "hombre": un delantero que ha jugado sus mejores años en Primera y está de vuelta contra otro que ha jugado en el fútbol modesto en 2ªB y está ante la oportunidad de su vida de jugar en 2ª División desde aquella 97/98 en la que apenas jugó en el Numancia.

En muchos jugadores, su primer partido suele ser clave para entrar con buen pie o trastabillarse y acabar por no ser bien recibido. Sergio Fernández entró bien porque mostró seguridad, pero también profesionalidad ( no olvidemos que Sergio es el jugador que queda de aquella apuesta por gente de la casa antes de que llegara Subirats), Carlitos mostró desde el principio que no estaba con la cabeza puesta en el Hércules, teniendo desde bajas repentinas(convocatoria de Almería) hasta desgana calentando el domingo pasado o una declaraciones fuera de tiempo antes del derby; la única duda sería qué hubiera ocurrido si Carlitos, en su primer partido en el Carlos Belmonte, hubiese marcado algún gol o hubiese actuado de forma tan espectacular que se hubiera ganado al público. Una persona cambia en función del entorno y puede que Carlitos, con la afición en el bolsillo, habría cambiado su actitud una vez que el primer paso está dado. Un ejemplo mejor es lo ocurrido en la portería y que será objeto de análisis cuando finalice la competición; mientras que Sergio Sánchez empezó con inseguridad y objeto de crítica, Moso tuvo la suerte de hacer unas paradas determinantes que lograron que, en su posterior regreso al terreno de juego, tras la dura lesión, tuviera el premio de una fuerte ovación. Hay cientos de ejemplos que muestran que un gol y/o gran actuación en el primer día abre muchas puertas en el cariño de la afición(Fálagan, Vorkapic, Zafra, Alfaro, Jankovic) mientras una desafortunada intervención y/o forma de ser puede minar la moral y afectar su rendimiento(Espejo, Tarrés, Huard o el mismo David Valle, que pagó con inactividad esos tres goles en el Martínez Valero en aquel día de agosto). También es cierto, que será el propio jugador quien encauzará todo el apoyo ganado de la afición en el sentido deseado, ya que no es la primera vez que alguien se cierra las puertas (Alex Pascual) tras triunfar. Con todo, la mejor receta del triunfo es la humildad(no creerse que ya está todo logrado por hacerlo bien el primer día) y profesionalidad(no sólo es el partido sino una actitud correcta en los entrenamientos) lo que lleva a ser estimado por la afición. El propio Sergio, Urbano son los ejemplos de éxito como, en su día, lo fue Pascual, ese navarro que no sería un gran jugador pero que suplió sus limitaciones técnicas con un coraje y una profesionalidad digna de alabar y que acabó siendo ovacionado y llevado a hombros por sus compañeros al final de la temporada 2003/04.

Apunte El gol del Lleida en Lorca da más valor a la victoria herculana. Pensar que un empate blanquiazul hubiera puesto la soga a tres puntos hubiera sido el negro remate a una semana para olvidar. Con todo, si de sensaciones hablamos, es más factible el descenso castellonense que el del equipo de Vidal. Sólo es cuestión de leer sus impresiones tras el empate a dos.