sábado, febrero 29, 2020

Sin cartel

Hace dos semanas salió Quique Hernández para comentar que Enrique Ortiz estaba dispuesto a escuchar ofertas para vender el club. Sin embargo, tras dos semanas , vemos que en el estadio no hay un cartel claro de “Se vende” como en cualquier casa. Obviamente, no hablamos de un cartel físico con su teléfono...y sí de una intención de vender, que nunca ha existido. Todo ha sido un permanente paso de interesados que, por una cosa o por otra, no han convencido a Ortiz. Ha sido un entretenimiento como aquellos proyectos del estadio José Rico Pérez de hace una década. Un poco de ruido, un poco de crear una situación de ilusión para, luego, “lograr” un estado de desesperanza en la afición. Llevamos así desde 2015 y ha pasado un lustro desde aquellos gestos para la galería del anterior alcalde.

Todo lo que ha sonado desde entonces son inversores que se han topado con unas personas que “escucharán” pero no “aceptarán”, salvo que sea algo provechoso para ellos: que el “nuevo” se haga cargo del club con sus deudas, sus necesidades futuras...y un “plus” para los “vendedores” según logros, lo que suena a cierta carga de ironía viendo como están dejando el club. Hace tiempo que estas historias son poco realizables salvo que alguien si esté dispuesto a aportar un buen dineral para cubrir todo. Lo curioso es que estén tan pendientes de “las intenciones” de los inversores y, sobre todo, la solvencia con las cifras que están dejando.

Hace tiempo que no albergo ninguna esperanza sobre la actitud de Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez respecto al club. Acudo cada domingo al estadio, casi para acompañar a un enfermo que ha caído en un estado lamentable tras un buen año pasado. Irreconocible de un año a otro. Los movimientos accionariales, aunque los sigo, acabaron por desmotivarme tras la ausencia de un sobre diferente a la de ellos en las dos subastas de 2017. Ahí ya me dije que no había nada que esperar. Es cierto que el ganador hubiera tenido que pelearse en los juzgados pero era un modo “objetivo” de solucionar el tema del control del club. Sí, entiendo que, en esa época, había otra amenaza en forma de siete millones de “lo de Bruselas”, de esa recuperación de ayudas ilegales que, al final, no prosperó y libró al club de una de sus tantas “espadas de Damocles”. Con la subasta se perdió “lo objetivo” y se volvió a “lo subjetivo”, es decir, “lo que quieran los propietarios”.

¿Cuánto vale el Hércules?. Obviamente, desde el punto de vista contable, cero(y porque el concepto de “darte las acciones y dinero es irrealizable”(fondos propios negativos).Además, no tiene infraestructuras propias. El valor del club, todo lo inmaterial(afición, marca, expectativas de categoría profesional en LFP) son tan imperceptibles actualmente que sería difícil cuantificar.¿De qué vale hablar de los 27.000 del día del Cádiz o la Ponferradina si luego se abonan 5.000?¿de qué hablar de perspectivas de LFP cuando estamos cerca de la cuarta categoría del fútbol nacional?.
El problema de “lo subjetivo” es que ya dependes de que el comprador quiera vender el 51%(el control del club, vaya) y, si no hay esa voluntad, podemos montar castillos en el aire que no hay nada que hacer:entre unos que no quieren vender y otros que no están dispuestos a dar más de lo lógico, el resultado es evidente.

Apunte. Y, entre medias, una enésima final ante un FC Andorra con nuevo entrenador, Nacho Castro. Cada partido que se juegue deberá ser a ganar. Poco vale dar una supuesta buena imagen si luego se empata a cero porque eso reduce el exiguo margen de error.