El pasado domingo fue
un día en el que el supuesto diluvio, anunciado por la meteorología, acabó cayendo
sobre el equipo blanquiazul. Tras unos veinte minutos buenos(tampoco tan
espectaculares como se ha llegado a leer) el equipo filial acabó haciéndose con
el mando y con contras bien armadas acabó fulminando al conjunto entrenado por
Manolo Herrero. Otro diluvio menor le cayó a Portillo y que, creo, irónicamente, le “salvó” de salir del
terreno de juego por mucho que Herrero dijera que quería jugar con dos delanteros. Y es que,
personalmente, creo que era un cambio de cromos en la delantera y sólo el
griterio de la grada le hizo ver el aquelarre que podría provocar si anunciaba
la sustitución de Portillo. A favor de mi teoría está el hecho de que la
temporada pasada ya era habitual el cambio durante el partido de ambos
delanteros, jugando ambos al mismo tiempo en escasas ocasiones.
Pero el tema era otro.
La lluvia persistente a lo largo del día del domingo(aunque frenó a a última hora
de la tarde) dejó la típica estampa en las gradas con la humedad esperada y que
se acentuó en gradas cubiertas donde los pilares y vigas de zanca(las que
sostienen las gradas) parecían, por zonas, una tenue cascada. Aparte de los
habituales charcos de goteras procedentes de la grada mundialista. Dejó otra vez
unas dudas que se magnificaron con el asunto del partido de la selección española contra la de Inglaterra, a mediados de
noviembre, con las posibilidades de un día lluvioso que deje en evidencia el estado de un estadio,
desde las gradas hasta el marcador, que dejará una imagen mala salvo milagro en forma de arreglo.
Esas dudas tienen que
ver con la reforma del estadio en 2010 y que, entre otras labores, debía de arreglar
el tema de la impermeabilización de las gradas por el problema de las
filtraciones que sufría el estadio, además del
cuidado de la estructura del estadio, de más de cuarenta años. Algunas imágenes daban por
hecho que esa parte de reforma no se había llevado a cabo como se podía ver.
Sin embargo, hay otro
tema que se olvida y que es lo que he llamado “la otra cara” y es que un estadio
requiere de un constante mantenimiento y no de forma puntual, casi más cara. Se
realizara o no esa reforma en 2010, la verdad es que estamos en 2015 y ese tema
pudiera estar dando gritos para otra labor un
lustro después.
Las goteras son un mal
endémico de este estadio por el tema de la dejadez que suele haber pero no es
específico del Rico Pérez y Alicante. Hasta el estadio de Brasilia, con 371
millones de coste, las tiene. Aún en el recuerdo estaba la catarata de goteras en el
Estadio Olímpico de Barcelona tres años antes de los Juegos
Olímpicos y que se hizo mundialmente famoso en una competición de atletismo en 1989.
Aquí, en Alicante, las goteras del Centro de Tecnificación-recién estrenado-
durante la celebración del Mundial de Gimnasia Rítmica de 1993 también nos
dejaron la imagen maltrecha.
Con ese tema es
peligroso jugar. El Atlético Baleares se ha quedado sin jugar en su
estadio por un problema que lo ha llevado a la ruina física(http://www.futbolbalear.es/2014/11/27/el-estadio-
balear-apunta-a-derribo/). También el estadio Rico Pérez se las ha visto
con el tema de los cascotes que cayeron en Tribuna o el pequeño conato de
incendio durante un partido del Alicante Club de Fútbol, por no olvidar de la
caída de la estructura de focos de una de las torretas de iluminación.Hay,
incluso, juego de vidas humanas como para seguir jugueteando con este tema que
debía formar parte de los dirigentes del club, pasados, presentes y futuros.
Pasados, porque el tema del estadio también afecta a los trece años que fue “municipal”;
presentes, por los directivos actuales y futuro por los nuevos que vendrán y
que, al parecer, tendrán el estadio dentro del “paquete”.
Apunte. Cuatro puntos, un
gol a favor y cuatro en contra no son unos buenos números para ese
ansiado primer puesto. Llamativo es halagar a los dos porteros y, siete días
después, despreciarlos porque se ha encajado siete goles en los que buena parte
de culpa es del resto de compañeros que, en su momento, no han defendido bien
la jugada.